Pekín
España sólo un trampolín para China
A Pekín no le interesa que España caiga y que el euro entre en barrena. Por eso ha aumentado la compra de deuda.
Madrid- Pocos países se han beneficiado tanto de la globalización y, al mismo tiempo, se han vuelto tan dependientes de ella como China. La apertura del comercio mundial le ha proporcionado al gigante asiático innumerables mercados en los que dar salida a su ingente volumen de exportaciones –2,3 billones de euros el pasado ejercicio– y, al mismo tiempo, le ha obligado durante los últimos años a buscar de manera cada vez más intensiva materias primas fuera de sus fronteras con el objetivo de mantener engrasada su maquinaria exportadora.
Hasta hace unos años, China no sólo era autosuficiente en la producción de petróleo, sino que incluso exportaba parte del crudo que producía. Ahora, con crecimientos como el del año pasado del 10,3%, debe buscarlo fuera. Como tantas otras materias primas.
España no es rica en sustancias de este tipo, pero China aprecia cada vez más su valía de intermediario para conseguirlas. «España, por sí misma, no es prioritaria para las inversiones chinas», explica Pedro Conesa, presidente de Interchina Consulting, que lleva 16 años ayudando a empresas foráneas a entrar en China y viceversa. La inversión directa del país asiático en España es mínima, apenas 2,2 millones de euros en 2010, según datos de Industria.
La importancia de España para los chinos, explica Conesa, radica en que las compañías de nuestro país pueden ayudar a las del asiático a acceder al mercado de materias primas suramericano. «Tienen dificultades para entrar en este mercado porque Brasil y otros países ven con recelo la llegada de los chinos, pues no quieren convertirse en sus colonias económicas», explica Conesa.
Los fuertes lazos económicos, históricos y culturales que unen a España con Suramérica; los acuerdos para evitar la doble imposición y protección recíproca firmados por nuestro país y los de Latinoamérica; y su experiencia en esta área geográfica son muy valiosos para las empresas chinas, como reconoce un informe del Boletín Económico de Información Comercial Española, dependiente del Ministerio de Industria.
Por eso, en los últimos años las compañías chinas están firmando acuerdos o adquiriendo participaciones de empresas españolas con presencia en América Latina.
Estrategia en Brasil
El ejemplo más reciente y tal vez más nítido de esta estrategia es la venta el pasado mes de octubre por parte de Repsol del 40% de su filial brasileña a la petrolera china Sinopec por 2.870 millones de euros, un acuerdo muy rentable para ambas partes: la compañía española logra importantes plusvalías y un socio económicamente muy solvente, y la china pone un pie en uno de los grandes productores de crudo del mundo para satisfacer sus necesidades.
Si la colaboración con empresas españolas le sirve a China como trampolín a Latinoamérica y, por cercanía geográfica, a África, dos poderosos mercados de materias primas, su creciente inversión en deuda pública española persigue evitar la caída del mercado europeo, receptor de buena parte de sus exportaciones.
Más allá de que España y China mantengan unas buenas relaciones diplomáticas, que se han intensificado en los últimos años, al país asiático, explica Conesa, le preocupa que pueda haber una crisis de importante magnitud en nuestro país. «España no puede caer. Los chinos realmente piensan que deben ayudar a nuestra economía porque ello contribuirá a estabilizar la situación financiera a nivel global, algo que a ellos les interesa mucho para mantener su nivel exportador», argumenta.
No es por eso extraño que en la reciente visita que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha hecho a China, sus autoridades hayan reiterado su compromiso de invertir en deuda española más allá de los 25.000 millones de euros que ya tienen invertidos, el 12% del total en manos foráneas.
El misterio de los horarios de los «todo a cien»: cumplir la ley
No es que se salten la normativa vigente y que hagan competencia desleal al resto de comerciantes. El motivo por el que los miles de establecimientos chinos conocidos como «todo a cien» que han proliferado en España en los últimos años permanecen abiertos más horas es porque apuran los límites legales. Según la normativa, cualquier establecimiento comercial de menos de 300 metros cuadrados puede abrir cualquier día del año hasta un máximo de doce horas. Y eso es lo que hacen estos locales, explica Manuel García Izquierdo, presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC). «Ellos conocen muy bien la legislación y la explotan», dice. Además, por norma general, cumplen con sus obligaciones, aunque, como en todo, haya excepciones.
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