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«Rubalcarias»

La Razón
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El hallazgo expresivo es de Antonio García Barbeito y define muy bien ese portentoso invento, esa revolucionaria aportación a la ciencia política que son unas primarias a las que sólo se presenta uno o donde los rivales virtuales evidencian la ausencia de los reales. Desde que Franco se inventó la democracia orgánica, no habíamos visto un prodigio semejante en este país. Hasta que han llegado las Rubalcarias, que cualquier día sustituyen al sufragio universal en las generales. Y es que alguien que tiene ese concepto de democracia para su partido, no es raro que lo quiera exportar fuera de éste como un bien que nadie se puede perder. A mí las Rubalcarias me recuerdan la carta en la que Kafka le reprochaba a su padre que le corrigiera sus modos en la mesa cuando él comía como un animal. Y es que pasarse siete años hablando del dedo de Aznar para luego acabar haciendo esto no es sólo hipocresía. Es regodeo en la hipocresía. Es decirnos «ya ves cómo yo me río de todo lo que he defendido porque a mí me está permitido hacerlo sólo por ser quien soy». Se dice estos días –y yo también lo creí en su momento–que Rubalcaba es el felipismo, pero no es así. Es el ultrazapaterismo, el don para decir una cosa y la contraria, llevado al paroxismo. Es el rizo del rizo de la contradicción. Hablamos de primarias socialistas metafóricamente, porque aquí el primario es el candidato y no las elecciones. Dice que va a ganar las generales y eso será si sólo se presentan a ellas Rubalcaba y su partido. Preparémonos para algo parecido.