Andalucía

CRÓNICA NEGRA / Ni se transforma ni se destruye por Francisco Pérez Abellán

El Gobierno ha descubierto que los que deben ocuparse de destruir los fardos con droga incautada que agobian a la Policía y la Guardia Civil en toda España son los jueces. La Comisión Nacional de Coordinación de Policía Judicial solicita a cerca de cinco mil jueces la «inmediata destrucción» de la mercancía incautada, pero por el momento no nos consta que tal sugerencia, instancia o petición haya tenido efecto.

CRÓNICA NEGRA / Ni se transforma ni se destruye por Francisco Pérez Abellán
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Los depósitos siguen saturados. ¿Es posible que sumando lo capturado en distintas campañas de hachís, heroína y cocaína pueda haber hasta un millón de kilos de droga capturados? No se sabe.Hay toneladas y toneladas, y son una fuerte tentación para mafias y corruptos, porque están en lugares inadecuados y no siempre bien custodiados. Acabamos de comenzar la temporada alta de capturas y no cabe ni un saquito más. Los fiscales deberán realizar un seguimiento para comprobar la efectividad de las destrucciones. Hay cuarteles con mucha droga, en especial en Andalucía. En Málaga, los depósitos de la Subdelegación del Gobierno están saturados de sustancias estupefacientes. Los jefes de las distintas fuerzas del orden, junto al fiscal jefe, el presidente de la Audiencia Provincial, los jueces decanos y los representantes policiales celebraron un encuentro en abril donde constataron que sólo en cuarteles de la provincia había depositados en aquel momento por encima de los 23.000 kilos de estupefacientes, la mayoría hachís. La gran cantidad de droga en custodia se ha convertido en un asunto gigantesco con problemas de espacio para el almacenaje, complicaciones de salubridad y seguridad. El Sindicato Unificado de Policía pone el dedo en la llaga: «Lo ideal sería que se agilice el trámite de destrucción». La ley trabaja en ese mismo sentido: una vez comprobada la mercancía para imputar a los presuntos basta con guardar un pellizco de unos diez centímetros y el resto se puede destruir. Se manda incinerar. Pero el ritmo de destrucción de hachís, por ejemplo, es muy inferior al de las intervenciones que realizan las fuerzas de seguridad en la provincia, casi a diario. Las dependencias donde se guardan los alijos están situadas en la capital de la provincia. Su posición y destino se mantienen bajo secreto para evitar asaltos o robos. Disponen de puertas blindadas y numerosas medidas de seguridad. En realidad lo que pasa es que en los grandes depósitos se mete mucha más droga de la que se saca. Cada empleado mueve una media de seiscientos kilos diarios, según su régimen laboral, y no debe hacer nada más aunque no baste. Por otro lado, hay un elevado número de procedimientos judiciales en los que no se ha ordenado que se destruya lo incautado. Hay casos de tres o cuatro años y algunos se demoran más de una década.Una cadena de asuntos mal enfrentados han hecho que se amontonen los fardos en los lugares más insospechados. En los últimos meses se han decomisado miles y miles de kilos de hachís. Una vez que interviene la fuerza, se envía al juzgado un análisis sobre si lo capturado es una sustancia psicotrópica para que se tome una decisión acerca de los detenidos. Y después de guardar una muestra se sugiere que se determine la destrucción de la droga. Ahora, desde la comisión gubernamental, se solicita a los jueces que determinen la incineración de lo capturado lo antes posible. Los fiscales piden que se destruya la droga con respeto a la ley, pero dicen que lo tiene que hacer Sanidad. «Que se queme y que se guarde una muestra para el contraanálisis», resuelve el fiscal especial antidroga Gabriel Gómez Ruiz de Almodóvar.Se incinera en AsturiasDesde Málaga y otras localidades del sur hay que trasladar la mercancía al norte, a Asturias, donde el Centro contra el Crimen Organizado tiene uno de los hornos especiales para la destrucción de hachís, por ejemplo. Por razones de seguridad, es un lugar secreto y en el traslado se necesitan varios furgones. La unidad de Sanidad y consumo, que organiza los traslados, elige cada vez un horno diferente para evitar asaltos. El robo más notorio se produjo en 2008 en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, de la que desaparecieron 154 kilos de cocaína y heroína. Fueron detenidos los presuntos culpables, pero no han sido hallados los kilos de droga robados. Poco antes fueron veinte los kilos de cocaína desaparecidos de la Jefatura de Valencia, y hace sólo un año, en el cuartel de la Guardia Civil de O Grove, en Pontevedra, sustrajeron 12 kilos de cocaína tras fallos increíbles en la seguridad.