Historia
El cuco del relojero
Hay médicos que en el crucial instante de darle una mala noticia a su paciente después de una exploración radiológica lo hacen con exquisito tacto y cierta elegancia, de modo que te quedas triste pero agradecido; otros, en cambio, son directos y resultan demoledores. A mi padre un médico amigo suyo le miró a los ojos después de haberle echado un vistazo a los análisis y le dijo: «Tengo malas noticias para ti. Podías pedir otros análisis y una segunda opinión, pero en la mala noticia sólo sería distinta la voz. Esto pinta mal. Te aconsejo que no hagas demasiados planes». Mi padre sobrevivió varios años a tan malas noticias y llegó a la conclusión de que tendría que haber elegido con otro criterio sus amistades entre la clase médica. Habría sido mejor que le diagnosticase cáncer aquel otro médico, también amigo suyo, que tenía por costumbre quitarle importancia a las enfermedades más graves. Se parecía mucho al tipo que me diagnosticó un nódulo en un pulmón. Me sentó a su lado en la consulta con las placas de exploración en la mano y me dijo: «Tenemos un punto aquí, en este ángulo del pulmón derecho. Es tan pequeño, que cuesta creer que no sea una mota de polvo. Pero es un nódulo. ¿Y eso que significa? Pues eso significa mucho y no significa nada. ¿Puede una simple chincheta reventar la rueda de un tractor? Depende del estado de la rueda. Tú tienes la rueda un poco gastada de fumar, pero a veces la chincheta tapona el agujero que ella misma produce». Retiré la mirada de la punta de su dedo y la planté en sus ojos con una pregunta: «¿De cuanto tiempo estamos hablando?». Su respuesta, agradablemente ambigua: «Como ya no eres un adolescente, puedo asegurarte que no morirás joven. Puede ocurrir cualquier cosa, pero yo no me obsesionaría con el tiempo. Vive por el reloj, amigo mío, pero sin perder de vista el almanaque. Son tiempos distintos, angustias diferentes. Esto conviene tomárselo con la falsa impaciencia con la que miden su tiempo los relojeros». «¿Eso significa…?». «Eso, amigo mío, eso significa que vas a disfrutar de la vida como nunca antes lo hiciste. Y eso es así porque nada te parecerá más apremiante que lo que haya ocurrido sin remedio en el periódico de ayer. En este puntito empieza otra vez tu vida, amigo. Es un sitio pequeño, muy pequeño, pero, ¡qué demonios!, Sarajevo era un puntito pequeño y cambió el mapa de Europa». Nos dimos un apretón de manos y bajé en el ascensor. Después crucé la calle, entré en un café y me quedé sentado un rato escuchando como cantaba en mi corazón, cerca de aquel jodido puntito, el maravilloso cuco del relojero.
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