Cataluña
Antesala del desacuerdo por Josep Maria Rañé
En el día anterior a la cita entre Mas y Rajoy todavía se puede especular sobre lo que sucederá. Mañana por la noche, ya no. A esas horas, habremos asistido a lo que, a riesgo de equivocarme, será un intercambio de monólogos. Creo sinceramente que será así porque lo que podía ser como un terreno de intersección ya no entra dentro de sus posibilidades de aceptación. Es una más de las consecuencias de que la independencia haya entrado en la agenda política.
De haberse explorado un escenario basado en la aplicación de la legalidad vigente, el Estatuto de Autonomía, quizás sería posible. Eso permitiría comprobar cuan amplio es el campo de negociación y acuerdo que se deriva exclusivamente de su cumplimiento en aspectos sensibles: competencias reguladas y no materializadas; disposición adicional sobre infraestructuras; satisfacción del fondo de competitividad; creación del consorcio tributario, así como el recorrido que darían aquellas partes que el TC no negó que fueran posibles, pero inquirió que necesitaban de otra ley orgánica para desarrollarse, como la creación de un sistema judicial – que no de Justicia– catalán.
Un acuerdo presentado como la aplicación de la legalidad emanada de las Cortes, por un lado, y como un avance en el reconocimiento de la especificidad de Catalunya, por el otro, en otro momento hubiera bastado. Ahora no. Por eso, la reunión que debía servir para iniciar la revisión del modelo de financiación tal como se prevé en el propio Estatuto, se puede transformar en el punto final de la negociación y la razón esgrimida para adelantar las elecciones. O quizás no y se imponga el dialogo.
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