Bruselas

Agencias de derribos

La Razón
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Las penurias de Portugal para colocar ayer en los mercados 848 millones de euros en letras a tres meses ha desatado otra tormenta en la zona euro cuyos coletazos, además de golpear a España y sus mercados, ha reavivado la polémica sobre el comportamiento de las agencias de «rating». En concreto, ha causado gran irritación en Bruselas y en Lisboa la actitud de Moody's, que el martes bajó de golpe cuatro escalones la calificación de la deuda portuguesa, hasta equipararla al bono basura, lo que sin duda agudizó el castigo propinado ayer por los inversores. El primer ministro portugués, Passos Coelho, lo calificó de «golpe bajo» y su compatriota Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, lo «lamentó profundamente» y advirtió de que la UE ultima una regulación de estas agencias y la creación de supervisores europeos para limitar el monopolio norteamericano. En efecto, sosprende que las tres grandes compañías (Moody's, Standar&Poor's y Ficht), que controlan el 90% del mercado, sean de EE UU. «Eso quizá explique ciertas tendencias», comentó ayer Durao Barroso. Pero asombra aún más su proceder, ya que parecen elegir la publicación de sus dictámenes con el momento más sensible o en el que más estragos puede causar. Se diría que estas tres agencias americanas quieren hacerse perdonar su desastrosa, y tal vez delictiva, gestión previa a la crisis mundial generada en Wall Street, especialmente con la quiebra de Lehman Brothers, a la que mantuvieron una alta calificación hasta el mismo día de su quiebra. No conviene olvidar que las hipotecas «subprime», muchos fondos estructurados y otros de alto riesgo, que cebaron la explosión de la crisis, tenían las mejores calificaciones de Moody's, Standar&Poor's y Ficht. No sin razón, fue el propio presidente Obama el primero en prometer una regulación más estricta de modo que no puedan actuar con la arbitrariedad y el oscurantismo actuales. El caso portugués es ilustrativo, porque el plan de recortes presentado por Passos Coelho, con más de cien medidas de ajuste, entre ellas un impuesto del 50% de la paga extra de Navidad, fue ampliamente respaldado por el Parlamento y bien recibido por Bruselas. Es decir, muestra la decidida voluntad del Gobierno lisboeta de cumplir con el objetivo de déficit y de aprovechar los 78.000 millones de euros del rescate para reactivar la economía del país. Especular, en este contexto, con que Portugal pueda seguir los pasos de Grecia hacia un segundo rescate es, cuando menos, prematuro, por no decir irresponsable. Lisboa se enfrenta en este tercer trimestre a varias emisiones de deuda para colocar entre 4.500 y 6.750 millones de euros y lo que ha provocado Moody's con su veredicto es una condena por anticipado. Nadie duda de que las agencias de calificación cumplen una función imprescindible de información y valoración sobre la solvencia, ya sea de un país o de una empresa, sin la cual los mercados serían más inestables. Pero como toda herramienta, deben servir para resolver los problemas, no para crearlos y, en todo caso, ha de estar por encima de toda sospecha de que no sirven a intereses espurios y gestionarse con la máxima transparencia.