Contrabando de pata negra por Julián REDONDO

Aeropuerto de Johannesburgo. Los aduaneros asisten boquiabiertos al desfile de las estrellas de «La Roja». Reconocen a Torres, a Villa, a Iniesta; entre comentarios y codazos se topan con el equipaje de la selección. Montañas de bultos. «¿Y estas cajas?». El utillero levanta la ta- pa de una llena de pegatinas, «propaganda». Otras, idénticas por fuera, ya no son revisadas. El utillero respira aliviado. Acaba de colar 25 jamones enteros, ibéricos, de bellota; otros 20, loncheados; 50 lomos, 50 chorizos y 50 salchichones. Puro contrabando, de pata negra. Está prohibido introducir alimentos en Suráfrica... Sólo dos días después, junto a la sala de prensa, en el recinto universitario donde vive la selección, Manolo «Pinichi» tiene más visitas que Casillas. Empezó a cortar jamón a los 12 años; cumple 45, calcula que ha pelado 6.600 perniles. Es maestro cortador, deslumbra por su destreza y hace las delicias de españoles y extranjeros. «¿A quién no le gusta el jamón? Y éste de Bernardo Hernández está para ponerle un piso».

NADA ES LO QUE PARECENo hay hierba, está en una playa. No lleva botas de futbol, va descalzo. No va uniformado, es un artista callejero disfrazado de zulú... Y el guiri del fondo, un australiano que no se debió de enterar de la goleada ante Alemania, se ríe. ¡Viva el fútbol!