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Grandeza y responsabilidad por Iñaki Zaragüeta
Como acostumbra en momentos de especial trascendencia, Su Majestad el Rey apareció en Nochebuena dispuesto a fajarse con la cruda realidad. También lo hizo ayer en las Cortes, más institucional con mayor parafernalia, al hablar de democracia, pluralidad, undiad de España. A la representación popular -diputados y senadores- trasladó el compromiso de la Corona. Pero la faena la hizo la noche del 24 en la que, al mejor estilo taurino, lanzó un «dejadme solo» para demostrar liderazgo y conexión con la sociedad. Dejó claro su papel de estadista y demostró su responsabilidad ante coyunturas indeseadas. Con una sola frase saldó la expectación sobre Iñaki Urdangarín. «Cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la Ley. La Justicia es igual para todos». No hacía falta más. Salvando las distancias –el escenario no es comparable– el gesto me recordó a intervenciones por el secuestro de Oriol y Villaescusa, la legalización del PCE, o el 23F. Siguiendo con el símil de Cúchares, agarró el toro por los cuernos y cortó de cuajo la campaña que, aprovechando el percance, intentaba poner en almoneda la Monarquía. A la vez que a su yerno, daba un aviso a navegantes al llamar a la ética, tan vulnerada en España. Con seriedad y realismo se refirió al paro, la crisis, el terrorismo… y, para superarlos, ensalzó a los españoles por sus valores para solventar cualquier problema. Si, como decía Churchill, el precio de la grandeza es la responsabilidad, los españoles podemos estar tranquilos con Juan Carlos I. Así es la vida.
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