Sevilla

Trajes a medida

Algunos llevan pisando moqueta en Sevilla más tiempo que Mubarak en El Cairo 

La Razón
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Si con el escándalo de los ERE falsos en Andalucía no caen cabezas políticas habrá que pensar que eso de las distintas varas de medir es algo más que una sospecha. La Junta de Andalucía, en manos de los socialistas desde hace mas de tres décadas, no ha querido, no ha podido o no ha sabido, controlar la bonita suma de 700 millones de euros, montante que abarca el escándalo Mercasevilla y los Expedientes de Regulación de Empleo falsos, ficticios, de los que se habrían beneficiado ex altos cargos del PSOE. Que ahora, después de intentar durante mucho tiempo quitar hierro al asunto, haya tenido que salir la consejera de Presidencia, Mar Moreno, a reconocer que al menos 37 personas se llevaron una pasta gansa de las arcas públicas, de manera totalmente fraudulenta, se compadece mal con el rechazo a que se forme una comisión de investigación en el Parlamente andaluz. Si es verdad que el Gobierno autonómico quiere llegar hasta el fondo de este fondo de reptiles, ¿por qué no permitir que se investigue? La respuesta sólo puede darla José Antonio Griñán. En este caso sí que se han hecho trajes a medida para personas que no tenían derecho a ellos. Bien es cierto que para quien sólo vea ciertas televisiones, oiga determinadas radios y lea ciertos diarios, esta historia les sonará a chino. Los mismos que llevan meses y meses cargando la mano con otros presuntos casos de corrupción que afectarían al PP, se han dado mus con el que amenaza con ser uno de los escándalos de mayor calado de los últimos años. Que sean los mismos que han permitido los ERE fraudulentos quienes lleven la investigación no deja de tener su gracia. ¿Cómo van a explicar los responsables de este desaguisado a ese 50% de jóvenes en paro que hay en Andalucía que se les han despistado unos centenares de millones de euros? Pues muy malamente. Con esto no estoy diciendo que quien la haya hecho que la pague independientemente de las cantidades escamoteadas. Pero la persecución de la que están siendo objeto algunos es desproporcionada a la vista de lo ocurrido con Mercasevilla y sus efectos colaterales. A un año de las elecciones autonómicas andaluzas que volverán a coincidir con las generales, la ola que amenaza llevarse por delante, por primera vez, a los socialistas que llevan atornillados al sillón del poder treinta años largos, puede convertirse en tsunami si la bola del presunto fraude sigue creciendo. A Javier Arenas le van a hacer la campaña desde la Junta. Negarse a la comisión de investigación parlamentaria es, cuando menos, motivo para el mosqueo. Si tanto interés dice tener el Gobierno Griñán, según su número dos, por aclarar las cosas hasta sus últimas consecuencias tendrán que decirle con mucha claridad a la opinión pública andaluza cuál es la razón para cerrar las puertas a cal y canto en sede parlamentaria. Si eso es transparencia, que venga Dios y lo vea. Quizá, como dijeron los socialistas cuando desalojaron del poder a CIU en Cataluña, haya llegado la hora de ventilar el aire viciado de tanto despacho oficial. Algunos llevan pisando moqueta en Sevilla más tiempo que Mubarak en El Cairo, y eso no puede ser bueno para las articulaciones y los músculos de las piernas. Una temporada paseando por la calle seguro que tonifica a más de uno.