Milán
OPINIÓN: La Familia una esperanza
Entre los acontecimientos religiosos de este año quisiera comentar uno que tiene especial actualidad e, incluso, urgencia. Del 30 de mayo al 3 de junio tendrá lugar en la ciudad de Milán el VII Encuentro Mundial de las Familias, con la presencia del Papa, y versará sobre «La Familia: el trabajo y la fiesta». Invito a las familias –y en especial a los miembros de los movimientos cristianos de espiritualidad matrimonial y familiar– a unirse espiritualmente a este Encuentro y, si pueden, a participar en él.
Delegación diocesana de Pastoral Familiar ha editado un libro, en castellano y en catalán, que incluye la carta de Benedicto XVI presentando este acontecimiento y el esquema –muy completo– para encuentros previos de grupos matrimoniales. Son diez «catequesis» que incluyen diversos momentos, para poder escuchar un fragmento bíblico, documentos de la Iglesia referentes al matrimonio y a la familia, y también algunos testimonios de los presentes para acabar con un tiempo dedicado a la oración. Recomiendo encarecidamente el uso de esta herramienta para preparar el Encuentro de Milán y sacar ya desde ahora buenos frutos de él. Estoy seguro de que el Arzobispado de Barcelona estará ampliamente presente en el próximo Encuentro de las familias y, si Dios quiere, espero poder acompañarlo.
La Iglesia actual vive una gran preocupación por la manera de transmitir la fe cristiana a los hombres y mujeres de hoy. «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana» es el tema que Benedicto XVI ha propuesto para el Sínodo de Obispos que se reunirá en Roma del 7 al 28 del próximo octubre. Además, en Barcelona celebraremos la llamada «Misión Metrópolis» y una sesión del «Atrio de los gentiles». Ambas iniciativas se inscriben claramente en una acción pastoral evangelizadora y misionera. Hablaremos de ello próximamente.
Hoy quisiera recordar, con palabras del propio Benedicto XVI, la importancia de la familia en la transmisión de la fe. El Concilio Vaticano II definió el matrimonio y la familia como «comunidad de vida y de amor». Y Benedicto XVI, en las palabras dirigidas el pasado uno de diciembre a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia –que es como el ministerio de la familia de la Iglesia_ les dijo que «la nueva evangelización depende en gran parte de esta iglesia doméstica».
«La familia fundada en el sacramento del matrimonio –dijo el Santo Padre_ es una actuación particular de la Iglesia, comunidad salvada y salvadora, evangelizada y evangelizadora. Como la Iglesia, la familia está llamada a acoger, irradiar y manifestar en el mundo el amor y la presencia de Cristo».
La acogida y la transmisión de la fe –la vida en Jesucristo_ se viven en la familia en la dedicación recíproca de los esposos y en la procreación generosa y responsable, en el cuidado y la educación de los hijos, en el trabajo –quien lo tiene_ y en las relaciones sociales, también en el compromiso social y en la atención a los más necesitados. En este tiempo de crisis económica fuerte y larga, no cabe duda de que las familias son un factor decisivo en el mantenimiento de la cohesión social. Esto es algo reconocido hoy por todos los observadores.
Es de particular importancia la misión de las familias cristianas en ámbitos como la acogida de la vida, la educación de los hijos en el amor, la preparación de los prometidos para la vida matrimonial, el acompañamiento de los esposos, en especial de las parejas jóvenes, y la acción pastoral para las demás familias. Me complace constatar el hecho de que, especialmente entre nosotros, son muchos los que trabajan en favor de la familia, tanto con el testimonio de su vida como participando en las actividades pastorales de la Iglesia.
Ll. Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
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