París
Detenido en Francia un etarra con material para fabricar 50 bombas
La detención en Francia del presunto etarra Iñaki Domínguez Achalandabaso supone un jarro de agua fría a la doctrina «oficiosa», que algunos políticos vascos han convertido casi en «oficial», de que ETA ha decidido dejar las armas.
Este individuo, según fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN, volvía de Venezuela, vía Italia, para ocupar un puesto importante en el «aparato de cursillos» o en el de «logística», lo que demuestra la certeza de los análisis que expertos franceses realizan en los últimos meses ante los tribunales galos y que son compartidos por sus colegas españoles, aunque de forma privada: ETA aprovecha el alto el fuego para reorganizarse. Domínguez fue arrestado el jueves en la localidad de Modane, por la Policía Aérea y de Fronteras francesa (PAF), cuando se encontraba en el interior de un tren de alta velocidad que había partido de la ciudad italiana de Milán y se dirigía a París, donde el presunto etarra debía establecer contacto con otros miembros de la banda.
En el momento de su arresto, le fueron intervenidos, según informó ayer el Ministerio del Interior, tres DNI españoles falsificados y una maleta con siete bolsas de plástico transparente. Contenían diversos componentes electrónicos, así como varios centenares de circuitos electrónicos: resistencias, diodos, cables, fichas electrónicas, circuitos impresos, etcétera. Asimismo, llevaba unos 2.000 euros y 500 dólares en efectivo; un disco duro externo; dos dispositivos de memoria USB y una tarjeta Micro-SD, que están siendo analizados. Para completar el «arsenal», había tubos de neón ultravioletas y varias antenas marca Proxek y Diamond, de 30 centímetros de largo de color negro.
Todo este material sirve para la fabricación de 50 bombas de distinto tipo («lapas», temporizadas o activadas mediante telemando) y demuestran que ETA no tiene ninguna intención de abandonar las actividades criminales, según las citadas fuentes. Tal y como adelantó LA RAZÓN en su edición del pasado 2 de junio, la banda había ordenado a sus militantes un parón total de actividades, incluidos los desplazamientos, hasta que se constituyeran los ayuntamientos y las otras corporaciones salidas de las elecciones del 22 de mayo.
Pretendía que nada enturbiara el éxito de Bildu (después del incidente en el que un gendarme resultó herido de gravedad por los disparos de un etarra) y pusiera en evidencia a los que con tanto ahínco, en especial el Gobierno vasco, defendieron su legalización. Domínguez se desplazaba a París el miércoles, una vez concluido dicho proceso. Lo que ocurre con ETA, agregaron los mismos medios, es que al final siempre termina «enseñando la patita» y el material que llevaba encima hace temer lo peor. Contra el presunto etarra existen varias órdenes de búsqueda, detención e ingreso en prisión por colaboración con banda terrorista.
En febrero de 2010, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco le procesó por impartir un cursillo de adiestramiento para las FARC colombianas en Venezuela. La Fiscalía había solicitado su detención junto a otros cuatro miembros de la banda terrorista española. De la documentación intervenida (a ETA y a las FARC) se desprende que ambas organizaciones criminales mantienen desde 1993 una estrecha colaboración, tanto a nivel político como «militar», para la realización de cursillos sobre armas y explosivos.
Fin del parón táctico: vuelve la realidad
1. «Engrasar» las armas
ETA ordenó un parón total de actividades (publicado por LA RAZÓN el 2 de junio) para que nada enturbiara el asalto de Bildu a las instituciones. Logrado este objetivo, toca «engrasar» los distintos «aparatos» por si el Gobierno se niega a ceder con los presos.
2. Nueva negociación
ETA se propone que el nuevo «proceso» se retome donde se quedó en 2007, con una negociación a dos bandas: entre los partidos políticos (una vez legalizado Sortu); y mediante contactos entre la propia banda y el Gobierno para presos y «desmilitarización».
Quiere más, mucho más
Domínguez no iba, desde luego, a unas jornadas de paz, ni a asistir a la asamblea final de ETA, tras la cual los políticos que han permitido a la banda recuperar su entramado «político», se empeñarían en vendernos su gran acierto. Domínguez, un experto en explosivos, iba, con su arsenal electrónico, a una cita en París y, desde allí, a una vivienda clandestina para continuar sus actividades. Supongo a nuestros gobernantes con la misma cara que se les debió poner cuando se enteraron del robo de armas en Francia, durante el «proceso» de 2006, y se empeñaron en negar la mayor. Después, vino lo de la T-4. Ahora, se les ve seguros de que tienen amarrado el fin de la banda. Pero, ¿a qué precio?. ETA no se va a conformar sólo con Bildu. Quiere más, mucho más. Y en eso estaba Domínguez.
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