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La vestimenta roja por César Vidal

La Razón
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Cuenta César en «La guerra de las Galias» –por supuesto, siempre en tercera persona– que gustaba de ponerse una vestimenta roja en medio de los combates más encarnizados. Semejante atuendo implicaba, por supuesto, la posibilidad de atraer los ataques de los enemigos que así eran capaces de localizarlo con más facilidad. Sin embargo, también presentaba una enorme ventaja para el genial y audaz romano. Cuando sus legionarios lo contemplaban desde lejos eran conscientes de que su general los acompañaba incluso en lo más arduo del combate. Me ha venido el pasaje cesariano a la cabeza viendo unas imágenes televisivas de Esperanza Aguirre en la Asamblea de Madrid. Sobre un mar de tonos grises y azules, propios de los trajes de los diputados, destacaba el vestido rojo de Esperanza Aguirre. Lo hacía además cuando estaba propinando una sonora tanda de sopapos –dialécticos, se entiende– a la socialista Maru Menéndez. Con todo y a pesar de lo épico de la escena, no he podido evitar en ese momento sentir una cierta piedad hacia la gente del PSOE ubicada en la Asamblea de Madrid. Vez tras vez, contemplo a la gente de la izquierda levantarse aspirando a cumplir dignamente con el papel de «sparrings» de Esperanza Aguirre y, vez tras vez, asisto al triste espectáculo de ver cómo quedan planchados cuando la presidente de la Comunidad de Madrid les recuerda que el Gobierno del PSOE ha sido siempre sinónimo de aumentos espectaculares del paro; que los sindicatos deberían vivir de sus cuotas si tuvieran un mínimo de decencia; que Madrid es la única CCAA que sigue creciendo, que hace bien las cuentas y que crea empleo o que la izquierda está jugando con fuego cuando anuncia que sueña con que España se convierta pronto en la actual Grecia. Me consta que algunos dirán que lo de Aguirre no tiene tanto mérito ya que, a fin de cuentas, sus dos adversarios más destacados son un político intelectual y dialécticamente con olor a chotuno que pasó de Invictus a Fostiatus en apenas unas jornadas y una señora hija de un padre golpista tan simple que se sumó a Tejero cuando éste ya se estaba entregando. Sin embargo, a mí me parece que como imagen paralela de los montaraces bárbaros a los que las legiones de César machacaron en las sucesivas guerras que tuvieron como escenario las Galias no están nada mal. También ellos se niegan a contemplar cómo cambia la Historia, cómo su mundo ideológico está más muerto que la momia de Ramsés II y cómo sus trayectorias políticas los descalifican totalmente. Y además, ¿cómo puede alguien poner pegas a que Tomás… y no digo más o Maru Menéndez manden en el PSM si el secretario general del PSOE no es otro que Alfredo Pérez Rubalcaba?