Castilla y León
Margarita Mayoral«Cuando nos lo creamos estaremos unidos y podremos ser más fuertes»
Al contrario de lo que pueda parecerle al necio, las murallas de Ávila nunca cerraron el paso hacia lo universal. Que ellas son de siempre señal y senda ecuménica, es algo que saben todos cuantos conocen los versos excepcionales de Teresa de Jesús: «Aquella vida de arriba, / que es la vida verdadera, / hasta que esta vida muera, / no se goza estando viva». Total, que, cerrados los archivos de mi memoria poética por culpa de la alarma del móvil, regreso a la triste realidad cotidiana. Inmerso en este amargo epílogo invernal de 2012, le planto cara al monstruo insaciable de la recesión y compruebo que ni siquiera nos concede tregua en la primavera que ya se nos insinúa. Como apenas me quedan doce minutos para la trabajada cita con mi paisana abulense y colega Margarita Mayoral, tomo los trastos de apunte, grabación y fotografía y salgo veloz a su encuentro. Se trata de una mujer marcada por el trabajo silente y la coherencia profesional, que lleva más de tres décadas recorriendo ese mundo sin límites de la información sin hueco ni al protagonismo ni al halago. Sé que ahora anda próxima a los andurriales del conocimiento de claves y futuro de la educación de nuestra sociedad más joven. Sin duda, lo que hoy proceda en este terreno será clave para el rumbo de nuestra sociedad más joven. De ahí también mi interés por esta abulense de recia voluntad que, como todo quisque, intuyo, sabe que es muy largo el camino como para mirar atrás…
«Seguro que recuerdas mi casa familiar, todavía sigue allí, frente a la Plaza de la Catedral».
Cómo no iba a recordarla… Pasaba todos los días por delante, de la mano de mi madre, cuando íbamos a buscar a mi padre a la Fiscalía de Tasas…
Te aseguro que yo, que también salté esas murallas, siempre he llevado muy dentro de mí a Ávila...
Bregando siempre en este raro oficio para místicos y aventureros que es el periodismo, comparto con Margarita Mayoral cuna castellana. Ella y yo nos conocimos en aquella quimera ejemplar que fue Antena 3 de Radio, aunque fue en Cope donde compartimos ondas hertzianas. Hoy, pasados unos cuantos años de aquellos pasos sentidos, mantenemos almuerzo vetón en un restaurante gallego de la capital del Reino. Mi paisana se presenta impecable, en azules y blancos, los mismos que los taurinos de Pontevedra denominan gavota e ceo:
«No hiles tan fino, Beotas, que nos conocemos… Trabajo para un ministro que no pertenece a un partido sino al Gobierno de España».
«Res-pública», en definitiva…
Hombre, evidentemente, mi trabajo actual tiene que ver con la política, pero sigo siendo una periodista que continúa ejerciendo labores informativas, sólo que ahora con destino temporal al otro lado de la barrera…
Parapetada tras su escrutadora mirada, lleva los paralelos del esfuerzo en la frente, las isobaras del tiempo en la muñeca y los meridianos de la política en el bolso. En esta hora incierta y oscura de los ajustes, afronta el reto de dirigir toda la comunicación que en materia de Educación, Cultura y Deporte necesita nuestro país…
«No me asustan los retos. Vengo de una saga de pasteleros, periodistas y reporteros gráficos, por lo que llevo en mi genética ese afán de abrir el día por la noche, sin cerrarlo a la mañana siguiente».
¿Tu reto?
Seguir la senda del periodismo que me abrió mi padre, a pesar de que siempre me aconsejó que eligiera una carrera más «vistosa».
¿Su enseñanza?
Que hay que seguir el camino recto, sin atender influencias.
¿Y tu madre?
Murió siendo yo muy joven, un mazazo terrible… La recuerdo siempre a mi lado, sonriendo, demostrándome la importancia de la sencillez, de no guardar rencor y de transitar siempre entre buena gente... Fue tan duro perderla…
¿Se puede llevar con normalidad eso de trabajar para un ministro?
José Ignacio Wert es una excelente persona, un hombre inteligente y muy trabajador. A todo ello hay que sumarle que es bastante divertido, asequible y afable.
¿Estás en la cuota?
Soy anticuota y no me gusta el término «feminista» por lo que tiene de connotación excluyente. Prefiero que la lucha, aunque un poco más dura, sirva para ganar el reconocimiento de la valía y no el de la condición.
¿Frivolizamos con todo esto?
En España frivolizamos con demasiadas cosas. A las mujeres que estamos en primera línea se nos suele valorar por nuestra estatura, nuestro volumen o por ir mejor o peor vestidas… Con vosotros, los hombres, sin embargo, no pasa lo mismo. Ése es un buen ejemplo de la superficialidad idiota.
Cada vez que veo el primer informativo de La 1, compruebo que solo trabajan mujeres... Hasta en los deportes y las tramoyas…
Ahora que somos más las mujeres, os llama la atención. La clave no está en que seamos más mujeres o más hombres, sino que se haga con criterios de profesionalidad y que la resultante se vea con naturalidad.
Con la que está cayendo, me da que esto de la educación de los españoles se está complicando más de la cuenta…
Es injusto dejar en manos de una sola persona la responsabilidad del futuro de la educación, de la cultura o del deporte de un país. Debemos corresponsabilizarnos y preguntarnos qué podemos aportar…
La depresión es inevitable cuando vemos tantos chavales dejando de estudiar…
Es que hemos de intentar que no abandonen su formación. Las personas con educación disponen de muchas más posibilidades de salir adelante y de sentirse libres.
¿A quién corresponde marcar ese camino?
Nadie debe marcarlo, es una decisión que le corresponde al individuo libre.
¿Tus ejemplos en política?
Son muchos, imposible citar a todos cuantos he admirado en estos años de periodismo activo. Indudablemente, Ávila me forjó el carácter y ha sido buena cuna y acogida de políticos ejemplares. En ese sentido, es inevitable recordar como ejemplo de los aquí nacidos a Adolfo Suárez.
¿Y como ejemplo de político de acogida?
José María Aznar, que supo asumir nuestro sentimiento, honorabilidad y coherencia.
Hay quienes nos acusan de ser gentes rudas y ariscas.
Cuando alguien nos viene de fuera, no nos entregamos con esa facilidad de las casetas de Feria, donde todos se muestran amigos nada más darse la mano. Luego, a la mañana siguiente, te los encuentras por la calle y ni te reconocen. Sin embargo, nosotros, que parecemos algo distantes en un primer momento, cuando se nos demuestran valores como la seriedad, el trabajo, el rigor y la honestidad, entonces nos convertimos en los mejores amigos para toda la vida.
¿Nos faltó mirar más hacia Castilla y León?
Y tiene su lógica. Madrid está más cerca y siempre nos acogió bien. Ocurre que, como somos un pueblo bueno y generoso, a veces sólo nos reservan la peor parte del menú.
¿Eso nos hace más universales?
Llevamos dentro buena parte del coraje y el ánimo de Teresa de Jesús y, que yo sepa, no existe un mayor ejemplo de universalidad.
¿Orgullosa?
De una familia que patentó hace más de un siglo los dulces más reconocidos en todo el mundo por el nombre de la Santa. Y no sólo eso, mi familia también levantó un negocio que siempre presumió de ser Flor de Castilla.
¿Te refieres a esas yemas que todos creímos invento de monjas…?
Admiro profundamente a mi bisabuelo, una persona que hace más de un siglo fue capaz de crear una marca, patentarla y hacerla trascender al mundo. Más tarde, mi abuelo, Paco Flor, supo ampliar su mirada...
¿El valor de los valores?
Alcanzar lo que te propongas, respetando siempre, eso sí, a quien tengas enfrente. En mi familia siempre tuvimos claro que la formación es un arma fabulosa…
¿La fuerza del ejemplo?
Hacemos de niños lo que vemos en nuestros mayores, es algo que queda para siempre. Un día te das cuenta de que empiezas a seleccionar amigos atendiendo a una serie de valores que siempre han estado ahí…
¿Qué aprendiste de la vida?
A no tolerar la hipocresía. No admito que me defrauden, es algo que me lleva a negar un segundo paso.
En nuestro oficio, esa negación es algo que está a la orden del día...
No sólo en nuestra profesión… Quizá la nuestra esté marcada por una mayor ingratitud e inestabilidad. Una mala tarde te puede costar muchos años de trayectoria impecable.
¿Te defraudó el periodismo?
Me apasiona cada día más...
¿Aunque esté pasando por el peor momento de su historia…?
Hemos perdido bastante rigor. La opinión se ha comido a la información. Deberíamos volver al «informar por y para informar».
¿Tu lema?
Que la verdad es lo que nos hace libres.
¿Si te digo que es nuestra última oportunidad para que la televisión pública del estado deje ese absurdo competir con las privadas y comience a ser fuente de valores?
Cambiar de golpe la estructura actual de RTVE es complicado. Por ejemplo, ahora mismo la sostenemos entre todos. Tal vez deberíamos preguntarnos si queremos pagarla entre todos...
¿Y qué hacemos con esas hijas abocadas a la orfandad?
Ahora no te sigo…
Me refiero a la ciencia, la educación y al deporte...
Debemos utilizar todos los avances a nuestro alcance para que nuestra cultura llegue a todo el mundo. En ese sentido, el deporte también es un buen vehículo. Su práctica imprime carácter y da a conocer la capacidad de sacrificio y el afán de superación.
¿Éste es el gobierno de la excelencia que anunció Rajoy?
No están todos los que son, pero sí lo son todos lo que están. En nuestro país hay muchísimo donde elegir, y Rajoy ha elegido bien…
¿Qué te movió a este paso?
Un momento en el que merece la pena estar.
¿Cambió tu mirada ahora que estás arriba?
No seas malvado, sabes bien que yo no estoy «arriba».
¿Cómo miras…?
Siempre de frente.
¿El sufrimiento no te cambió la forma de mirar?
La muerte de mi madre cambió mi manera de ver a los demás.
¿De qué manera?
Tanto dolor me hizo mejor…
¿Se lo contaste a tus dos hijos?
No ha hecho falta, ellos lo han visto. Tienen diecisiete años, son mellizos y del Barça.
¿Y tú…?
Del Madrid... Algo debí tomar durante el embarazo para que mis hijos me salieran del rival…
¿Cómo llevaste lo de tener mellizos?
No lo supe hasta el quinto mes. Recuerdo que el ecógrafo daba vueltas y vueltas… Pensé que algo grave ocurría, pero, cuando el médico me dijo que iba a tener dos niños, me dio un ataque de risa…
¿Y ahora…?
Tanto Pablo como Carlos son dos tipos estupendos y nos llevamos de maravilla. Los tres somos Leo.
¿Y el amor?
Vaya preguntita… Pues… Es esa mezcla de atracción, respeto y admiración. Una aventura de dos…
¿Supiste distribuir los roles?
Tengo la suerte de tener el mejor marido y compañero del mundo...
¿Añoras la radio?
Siempre. Han sido más de veinte años en Cope, y los que me quedan por delante… Ésa sigue siendo mi casa.
¿Es la hermana pobre de la tele?
La radio es eterna, el medio por excelencia. No puedo vivir sin ella y sé que volveré…
¿Sueñas?
La vida está hecha de pequeños sueños, por eso es mejor ir poco a poco.
¿Qué te queda por hacer?
No quedarme quieta.
¿Y a nuestra tierra?
Creer en el imprescindible sentimiento castellano. Cuando nos lo creamos, estaremos unidos y seremos más fuertes…
Margarita Mayoral se va sin tomar el postre, la agenda ya no le da respiro... Mientras, en Ávila, la vida parece ir más lenta, al ritmo con el que el gorrión pasea en las mañanas de invierno por el empedrado de las calles… Me queda, eso sí, el regusto aprendido en las tardes invernales de brasero y chocolate con bollos de la abuela, cuando nuestra madre nos leía los caminos emprendidos por la Santa: «Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando».
DE CERCA
¿En la cabeza?
Madrid.
¿En el corazón?
Ávila.
¿En el oído?
Soul.
¿En la vista?
Un clásico como Velázquez.
Para vivir.
Donde estén los míos.
Para recordar.
Mi madre.
Para guardar.
La amistad.
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