Sevilla
Manuel Chaves
Comenzó con buen pie: fue ministro de Trabajo de Felipe González, al que tocó bregar con las primeras huelgas sindicales contra los socialistas. No logró ninguna concertación. Fue precisa agua caliente para sacarle del ministerio y enviarle de virrey a Andalucía, donde cosechó éxitos clientelares durante más de tres décadas. El suyo es el socialismo de Puerto Hurraco o el de «Los Botejara», según acuñación del perverso Tierno Galván: nepotismo, plegarias atendidas y favores consumados. Zapatero le hizo presidente del PSOE y vicepresidente tercero, no se sabe bien para qué, por extraerlo de Sevilla ante la posibilidad de un vuelco electoral andaluz; y si entonces no quería ir, ahora no deseaba volver. «¿Compraría usted un coche usado a este hombre?», fue la argucia de la Prensa americana contra Nixon de barba acerada tras rasurarse. No tengo vocación de juez o fiscal, pero si te multan 50 veces por mal estacionamiento, 20 por exceso de velocidad y 10 por conducir ebrio, lo mejor es que vendas el automóvil. Máxima del periodismo estadounidense: «Si anda como pato, habla como pato, y parece un pato, lo más probable es que sea un pato».
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