Galicia

Gürtel Malaya Pitufo Quién bautiza las operaciones policiales

En España la Guardia Civil y la Policía pone nombre a las operaciones desde 1990. Hasta entonces, las actuaciones se bautizaban con el número de diligencia judicial (1233/90, por ejemplo). Un recurso poco prosaico, desde luego, que provocaba tal confusión en la prensa y en los propios policías que, al final, la comodidad llevaba a cambiarles el nombre por el de la víctima o el verdugo. O dejarlo en manos de la imaginación de los agentes...

Julián Muñoz, uno de los implicados en el "caso Malaya"
Julián Muñoz, uno de los implicados en el "caso Malaya"larazon

Así nacieron, por ejemplo, la "operación Anabel" (por el secuestro y muerte de la joven madrileña Anabel Segura) o la "operación Gorila" (por un narcotraficante que destacaba por su corpulencia y su abundante pelo por todo el cuerpo).

La primera gran operación que recibió su bautismo se desarrolló en Galicia, en 1990, contra los carteles de la droga, y en ella estaba implicado el famoso narco arrepentido Ricardo Portavales. Como nadie se atrevía por aquel entonces a meter mano a los señores de la droga gallegos se acudió al juez Garzón. La operación se bautizó como «Nécora», aunque los polícías que la llevaron a cabo quisieron ponerle el nombre de «operación Mago» en agradecimiento a ese juez de nombre Baltasar.

Pero no es tan facil elegir el nombre sin pisar charcos. Por ejemplo, deben ser políticamente correctos: por eso se optó por la «operación Pitufo» en homenaje al delincuente de baja estatura en lugar de «operación enano», para no herir sensibilidades. Y tampoco hay que pasarse de listo: los policías llamaron «operación churrasco» al cadáver calcinado hallado cerca de Madrid. Se cambió antes de que lo viera el juez.

Aquí van algunos «trucos» para bautizar las operaciones:

- Por la zona geográfica: la ventaja es que no hay que darle muchas vueltas al nombre. Algunos ejemplos son la «operación Poniente» (la trama de corrupción de El Ejido), la «operación Cala» (caso Rocío Wanninkof) o la «operación Temple» (nombre del hotel de León donde se detuvo a unos narcos).

- Aficiones y apodos de las víctimas o los verdugos, desde la «operación mazas» en la que estaba implicado un culturista a la «operación Deseada», el verdadero nombre de Desiree, una de las niñas asesinadas en Alcasser.

- La jerga de los detenidos
: las conversaciones grabadas, en las que los delincuentes se referían a la cocaína como «turrón» o «madera», han dado pie a las operaciones «más turrón» y «más madera».

- El mar, fuente de inspiración en muchas ocasiones, con operaciones como boquerón, pulpo, delfín, garfio o grumete, esta última por la detención del narco Sito Miñanco.

- Y si todo falla, el santoral. Para los días en los que no hay inspiración, los agentes de delitos telemáticos de la Guardia Civil recurren al santoral católico por orden alfabético.

Algunos casos famosos:
- «Operación Gürtel». La palabrita inunda cada día los periódicos, pero ¿por qué se bautizó de esta manera la operación? El principal acusado se llama Francisco Correa. Un policía que participó en el caso en los primeros momentos, y que había estado becado en Alemania, hizo un juego de palabras: «La correa siempre va en el cinturón», y cinturón en alemán es «gürtel». El caso más mediático de los últimos tiempos ya estaba bautizado.

- «Operación Malaya»: con tan original nombre se pretendía hacer referencia a la tortura que, gota a gota, conseguía arrancar las confesiones a los más «duros», a los que son como rocas, en referencia al principal implicado, José Antonio Roca.

- «Operación Abanico», en la que se detuvo a uno de los miembros del cuarteto de música Locomía.

- «Operación chuleta», en la que cayó una red que se dedicaba a filtrar respuestas de los exámenes de conducir.

- «Operación sudoku», que terminó con la detención de ciudadanos orientales que pirateaban copias de dvd y pirateaban bolsos.