Enfermedades
Autismo: en 30 años aumentan los casos en un 40%
Los expertos ya hablan de una «epidemia». Mientras los científicos buscan el «interruptor genético» que enciende el trastorno, los médicos alertan de la proliferación de falsas terapias y fármacos
Muchos llaman la atención por su particular forma de mirar al mundo. Ese entorno que les rodea y que no llegan a comprender en su totalidad. Algunos llegarán a formar parte de la sociedad, con sus «peros», mientras que otros, apenas podrán relacionarse con sus progenitores. El autismo, que apareció en sus primeros años de vida, les condicionará para siempre.
De origen desconocido, aunque con bastantes sospechas genéticas y ambientales, los especialistas abogan en la actualidad por incluir «en el mismo saco» todos aquellos trastornos dentro de un «espectro». Así, Juan Martos Pérez, experto en autismo y psicólogo del Centro Deletrea de Madrid, explica que «es más justo emplear el trastorno del espectro autista (TEA) en estos niños, ya que varía mucho el grado en que les afecta».
Según Celso Arango, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), jefe de Sección de la Unidad de Adolescentes y director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), «los TEA son un conjunto de alteraciones que afectan al desarrollo infantil. Éstas se producen porque existe un trastorno neurológico de base. La forma en la que se manifiestan varía mucho de un niño a otro, de ahí que se hable de un "espectro"o "continuo de trastornos", es decir, que existen diferentes maneras en las que los síntomas aparecen, y la gravedad de los mismos varía de unos casos a otros».
Quizás por ello o porque ahora las herramientas del diagnóstico son más precisas y se emplean de forma precoz, parece que se vive un repunte del número de casos. Pese a que no hay registros en España, desde la Confederación Autismo España, se apunta que uno de cada 150 niños escolarizados padece algún tipo de TEA. Los especialistas así lo corroboran, ya que «la prevalencia ha aumentado en los últimos diez años en la mayoría de los estudios publicados. Se suele dar cifras de entre seis y siete por 10.000 habitantes», explica Miguel Tomás Vila, neuropediatra del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.
En este sentido, Fernado Mulas, director del Instituto Valenciano de Neurología Pediátrica (Invanep) puntualiza que «si nos atenemos a los estudios epidemiológicos, se podría hablar de una verdadera epidemia, pues en estos momentos la prevalencia es de un caso por cada 250 niños. En los años 70 se estimaba una prevalencia de cuatro o cinco casos por cada 10.000 niños». Esto significa un aumento de un 40 por ciento de los casos en los últimos 30 años.
Pero, no todos los especialistas se ponen de acuerdo. Un grupo de investigadores noruegos del Hospital Universitario de Haukenland (Bergen) niega la existencia de una epidemia de autismo, como tal. Una investigación, financiada por el Programa del Consejo de Investigación en Salud Mental publicada de forma reciente, ponía de manifiesto que la incidencia del TEA sólo podía afectar al uno por ciento de la población, como mucho. Esto se debe, como argumentan, a que dentro del TEA se incluyen rasgos del autismo infantil, síndrome de Asperger, autismo atípico y otros. Y van más allá de los signos clásicos del autismo como las dificultades en la comunicación, en las habilidades sociales y las conductas repetitivas.
¿Cuándo diagnosticar?
La detección precoz constituye un arma imprescindible en este trastorno. Ante cualquier signo como puede ser la falta de sonrisa a los seis meses de vida o ausencia de gestos sociales hacia los doce meses, entre otras muchas, los padres deben consultar con el pediatra. «En general los síntomas se evidentes entre los 18 y 24 meses de edad, la principal causa de preocupación las dificultades a nivel de la comunicación. Por otra parte, los padres buscan primero ayuda en otros profesionales, como los otorrinolaringólogos para descartar problemas en la audición, por lo que solemos diagnosticarlos entre los dos y los dos años y medio», apunta Mulas.
Ajustar el momento del diagnóstico resulta clave, para abordar y corregir cuanto antes las alteraciones conductuales del autismo. Según Martos, «se trata de enseñar de forma explícita lo que un niño sin el TEA aprende de forma natural». Por ello aboga por la construcción de las situaciones y los contextos en que se mueve el niño con autismo.
Muchos padres temen este momento y no saben cómo afrontar la nueva situación y dudan que la vida de su pequeños sea buena. «Por suerte el conocimiento de los TEA ha mejorado extraordinariamente desde el año 2000, y tanto las terapias de apoyo psicopedagógico como el manejo farmacológico de ciertos síntomas disruptivos han mejorado el pronóstico global de estos niños», manifiesta Mulas.
Sin embargo, las dudas llevan a los progenitores a buscar soluciones «rápidas» en centros no especializados. Como cuenta José Luis Cuesta, presidente de la Asociación Española de de Profesionales del Autismo, «no se debe caer en el error de confiar en cualquiera. En los centros especializados que pueden encontrar a través de nosotros o de las asociaciones pueden encontrar las mejores respuestas».
Por ello, los especialistas destacan que «es importante advertir a las familias de que no caigan en los tratamientos "milagro", que no tienen ningún fundamento científico, como pueden ser las megadosis de vitaminas, la eliminación de determinados nutrientes, la terapia con quelantes... ya que en algunos casos además de ser altamente gravosas para la economía familiar pueden ser perjudiciales para la salud de su hijo», subraya Vila.
En este sentido, el director de Invanep manifesta que hay mucho trabajo de investigación en este campo y que en la actualidad «hay grupos en el mundo que exploran la combinación de técnicas psicológicas, tanto conductistas como desarrollistas, que mejoren los déficits básicos de estos niños, a saber, en la comunicación, en la interacción social y patrón de intereses restringidos».
Tecnologías que ayudan
Desde la Fundación Orange y en colaboración con diversas asociaciones de autismo promueven diferentes proyectos de integración de los niños con autismo en plena revolución tecnología. Al mismo tiempo, que aprenden cosas nuevas, se familiarizan con las pantallas táctiles o los móviles, siempre creadas ex profeso para ellos. «De ahí, la importancia de los pictogramas y todos los elementos visuales que se emplean tanto en la creación de móviles adaptados como en otros proyectos», explica Manuel Gimeno, director de dicha fundación.
✕
Accede a tu cuenta para comentar