Cataluña

Con qué brindaremos en Navidad por José Manuel Cansino

La Razón
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La llave de la caja para Andalucía y Cataluña la tiene la Administración General del Estado. Para ser más exactos, la Agencia Tributaria. Lo mismo ocurre con el resto de regiones españolas a excepción de los tres territorios forales vascos y de Navarra. Estos cuatro tienen su propia caja con su llave correspondiente.

En definitiva y para casi todos, es la agencia quien recauda los impuestos y luego reparte a cada cual lo que le corresponde.
Es cierto que las comunidades autónomas tienen además sus propios impuestos y la posibilidad de endeudarse para disponer de mayor liquidez aunque, en la práctica, los recursos propios son los menos importantes y actualmente la posibilidad de emitir deuda autonómica resulta prohibitiva (los tipos de interés son muy altos para la calificación de deuda basura).
Así que la cuestión es que Cataluña y Andalucía dependen financieramente de quien tiene la caja y su llave.

El sistema de financiación autonómico en vigor permite que las comunidades reciban adelantos a cuenta de lo que, finalmente, les corresponde por su participación en los impuestos que recauda la Agencia Tributaria. De manera que, llegado el momento, toca echar cuentas y si los adelantos han sido mayores que lo finalmente recaudado, las comunidades tienen que devolver a la caja de la Administración del Estado lo recibido de más. Por ejemplo y para Andalucía, habría tenido que devolver 229 millones por el anticipo de la liquidación del ejercicio 2010. Naturalmente el dinero de los anticipos lo tienen gastado y más que gastado, así es que las comunidades aumentan su deuda con la Administración del Estado cada vez que no devuelven estos excesos.
Por supuesto, nada impide seguir pidiendo adelantos. El último que ha pedido la Junta de Andalucía, de 1000 millones de euros una vez que se filtró que la Administración del Estado iba a adelantar a Cataluña 120 millones. Ambas regiones tienen las mismas urgencias: pago de nóminas, atender al vencimiento de los «bonos patrióticos» y pago de conciertos para atender la educación y la dependencia.

Todo este sistema cambia si, como ocurre en los territorios forales, la caja y su llave se le da a las comunidades. Luego, pongamos que a final de cada trimestre, las autonomías dan un adelanto a la Administración General y a final de año ajustan cuentas. Esta es parte nuclear del «pacto fiscal» exigido por el Gobierno soberanista catalán. De tomar como precedentes las aportaciones que los territorios forales vascos han hecho a la Administración General en periodos de gobiernos soberanistas, podemos esperar sentados a que Cataluña hiciese sus aportaciones a la Administración General. Esta es la clave de tener la caja y tener la llave.
El resto sería orlar cada año el discurso de la «no aportación» con el maltrato fiscal a Cataluña. Maltrato que nos les ha impedido ser la región más endeudada de España (42.000 millones en el primer trimestre de 2012) pero que sí ha calado en una sociedad catalana azotada por la crisis como las demás, más dispuesta a ver como haraganes al resto de compatriotas que como rufianes a sus políticos implicados en delitos como el del Palau de la Música.

Fracturar a la sociedad catalana entre españoles e independentistas blandiendo como argumento principal el maltrato económico tiene su correlato. Un correlato reciente que bien conocen los empresarios de la Comarca del Penedés. En aquel momento, millones de españoles brindaron en Navidad con espumosos blancos diferentes del cava catalán. Sólo cuando la «pela» dejó de fluir a Cataluña se reivindicó la vuelta del «seny» catalán.

Y mientras unos urgen a manifestarse por la independencia a un millón de personas en un mundo que tiene seis mil, ocultan que el despilfarro les abocó a pedir el rescate del Fondo de Liquidez Autonómico. Fondo que naturalmente maneja quien tiene la caja, tiene la llave y debe salvaguardar la garantía de los derechos individuales de los españoles con independencia de la tierra donde se resida.
 

José Manuel Cansino
Profesor titular de Economía en la Universidad de Sevilla