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Rusia sin amor

La Razón
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El futuro de la Federación Rusa en la escena internacional está por decidirse. Descartada la posibilidad de recomponer el antiguo imperio soviético, lo que más se le parece son los intentos realizados por Rusia para liderar la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y la reciente creación de la Comisión Económica Euroasiática. Sin embargo, la eficacia de la Comunidad en el orden internacional es muy limitada y todavía están por ver los avances y las incorporaciones a la Unión Euroasiática. Más allá de los problemas internos en Rusia, sobre todo en el marco de la transparencia en los procesos electorales, que no es cosa menor, las autoridades de este país se enfrentan a la definición de una política exterior coherente y a la búsqueda de aliados y alianzas permanentes. Su pertenencia al denominado grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como países emergentes y con un extraordinario potencial, no sólo económico, en el reparto del poder mundial, no le garantiza a Rusia una alianza duradera ni el diseño de una política exterior compartida o, al menos, coordinada en los aspectos esenciales para sus intereses. Cada uno de los países que componen los BRICS ocupa un lugar muy diferente en el plano internacional y sus intereses particulares priman, con seguridad, sobre una visión común (que no existe) del grupo. La posición de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad no plantea grandes dificultades, a pesar de lo poco acertada de la decisión de impedir que este órgano de las Naciones Unidas actúe en el caso de Siria. Posición que quizá comienza a cambiar en los últimos días al hilo de los informes que demuestran las violaciones masivas de los derechos humanos en territorio sirio, pero, también, porque las autoridades rusas advierten el peligro de que la defensa del régimen de Al Assad complique su situación internacional. Es posible que el Gobierno de Moscú tenga que variar también su postura en la cuestión iraní y en relación con su programa nuclear y acercarse paulatinamente a las posiciones occidentales. Aquí está el futuro de Rusia. Las relaciones entre Rusia y la Unión Europea son prioritarias para ambas partes. La Cumbre semestral UE-Rusia que tuvo lugar la semana pasada define bien las dificultades de la relación, pero prueba, asimismo, la necesaria convivencia y el interés por su profundización. Ha quedado resuelto el ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio, y las voluntades deben concertarse ahora en algunas cuestiones como la flexibilización del sistema de visados por ambas partes, la ayuda que Rusia puede prestar a la zona euro a través de su aportación al Fondo Monetario Internacional y la elaboración de un programa coherente y seguro en política energética que interesa a ambas partes. El futuro de Rusia está en Europa o con Europa porque esta relación forma parte de la solución tanto para Rusia como para la Unión Europea.