Asia

Pekín

El dominio del Pacífico

La ascensión de China e India como potencias periféricas ha dibujado un nuevo orden internacional 

El dominio del Pacífico
El dominio del Pacíficolarazon

De la «hiperpotencia» norteramericana como definió el ministro de Asuntos Exteriores francés, Hubert Vérine, a Estados Unidos en 1998 se ha pasado a proclamar en esta última década el fin de su liderazgo. Hay quienes sostienen que la afirmación es aventurada. El diplomático español Javier Rupérez, entre ellos, asegura que Estados Unidos seguirá jugando un «papel preeminente» en política internacional hasta por lo menos 2025. Lo que sí se ha advertido ha sido un desplazamiento significativo del eje de poder mundial del Atlántico hacia el Pacífico.

Europa ha visto en esta década el espectro de su propia marginalidad geoestratégica. Las relaciones transatlánticas han dejado de ser una prioridad para Washington. En 2009 se inauguró el llamado G-2, compuesto por EE UU y China. La UE suspira por colarse en la reunión y crear el G-3 y evitar fiascos como la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático, en la que Washington y Pekín llegaron a un pacto al margen de los europeos.

Mientras, India toma cada vez más protagonismo. La demografía es estrategia. El envejecimiento de la población y la baja tasa de natalidad no es un problema exclusivo del mundo occidental.
El control de la natalidad en China promete pasar factura. India vive una explosión demográfica que corre en paralelo a la implantación de una clase media. Pekín ha dejado a un lado sus disputas territoriales con Nueva Delhi, así como la tradicional protección de su socio paquistaní para reforzar los vínculos con su prometedor vecino. La segunda economía del mundo, título que ha arrebatado China a Japón, no puede despreciar el creciente mercado indio.

El teatro asiático también ha sido escenario de disputas regionales con ecos internacionales. La escalada de tensión entre las dos coreas o el peligro del islamismo en Pakistán están dando más de un dolor de cabeza a la comunidad internacional. Sin embargo, China no ha respondido como se espera de un poder global.