Sevilla
Balas perdidas por Juana de Aizpuru
Elena y yo éramos íntimas amigas y, tan distintas, que juntas parecíamos dos balas perdidas, tan desgalichada ella, con un abrigo larguísimo, y tan cuidada yo, siempre arregladita y tan alta como era. Expuse su obra a mediados de los 70 en Sevilla y recuerdo como si fuera ahora mismo aquel viaje de Madrid a Sevilla. Por separado la verdad es que no teníamos mucha gracia, pero cuando nos reuníamos saltaban chispas. De repente por la carretera dimos un volantazo y nos plantamos en Almagro. «Con todo lo que tiene que ver esta ciudad», le decía yo. Llegamos al día siguiente a la inauguración por los pelos.
Hace tiempo que no la veo pero tengo sus creaciones en mi cabeza, la de una artista única que destila rigor y posee una inteligencia extraordinaria. Cuando colgué su obra en mi galería llamó muchísimo la atención su intelectualidad, y es que la sociedad sevillana de los 70 sabía lo que tenía delante de los ojos y también sabía mirar. Tuvo un éxito apabullante y lo vendía todo.
Lo suyo era la filosofía de las matemáticas, un trabajo inquietante que te atrapaba por completo. Hace tiempo que no nos vemos y éste puede ser un motivo perfecto para que nos reunamos de nuevo. No puede haber un Premio Nacional más justo que éste.
Juana de Aizpuru
Galerista
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