Nueva York
«Cambio una raya de coca por el doble en pastillas»
Las drogas «low cost» ganan terreno con un mayor peligro de adicción
MADRID- Responden a los nombres de «Oxi» y «Krokodil». La primera es un sucedáneo de la cocaína, aún más adictiva, procedente de Brasil. La segunda es un opiáceo sintético detectado en Rusia que mezcla codeína, yodo, ácido clorhídrico y fósforo. Ambas comparten dos peculiaridades. Primero, que su letalidad es superior a la de sus modelos: los efectos de «Oxi» sobre el cerebro y los pulmones son devastadores, mientras que «Krokodil», afirman, puede causar horribles deformaciones. Y segundo, que ambas han sido catalogadas en lo que ya se conoce como drogas «low cost».
A día de hoy, no hay casos registrados en España de estas sustancias. Sin embargo, otras están más a mano. En su último informe, el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) hacía especial hincapié en la cocaína, la segunda droga ilegal más consumida en el continente después del cannabis. Sin embargo, en el documento no se olvidaban de un viejo conocido que se resiste a desaparecer: el «crack» o cocaína en forma de base, la «roca» resultante de hervir clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio o amoníaco. Una droga que, según el observatorio, resulta más barata que la cocaína en polvo. Si el precio de ésta oscila entre los 45 y 104 euros el gramo, dependiendo del país, el «crack» está entre los 55 y los 70 euros.
Las marcas blancas
«Cuando no hay dinero, buscas la "marca blanca"», afirma Bartolomé Pérez Gálvez, psiquiatra de la Unidad de Alcohología del Hospital Clínico Universitario San Juan, que considera que esta droga ha experimentado un llamativo incremento en los últimos años. «El consumo de "crack"está en torno al 0,5 por ciento, lo que equivaldría al consumo de heroína a principios de los noventa. Puede decirse que la heroína de hoy día es el "crack''», asegura.
«Su consumo se mantiene constante. Nuestra muestra no vale para hacer estadísticas, pero tratamos a bastantes pacientes. Y los que consumen "crack"son los más graves con diferencia», afirma Diego Urgelés, psiquiatra del Centro de Atención Integral al Cocainómano de la Comunidad de Madrid. Ninguno de estos pacientes se inició en las drogas a través del «crack». «Se han introducido con la cocaína esnifada. Es un segundo paso», dice Urgelés. «Nuestros pacientes consumen "crack"en poblados como la Cañada Real. El consumidor de cocaína puede estar adaptado a la sociedad. Sin embargo, el "crack"destroza a la persona. No es que aquel que tenga menos dinero consuma "crack"; más bien, el que consume "crack"termina en el poblado».
No sólo hablamos de adictos procedentes del mundo marginal. En el centro han sido tratados también titulados universitarios. En un caso u otro, los daños son letales. « Es la sustancia más peligrosa. La dosis llega muy rápidamente al cerebro. Con dos o tres consumos puedes convertirte ya en adicto. Y te deja los pulmones devastados» afirma el psiquitra. ¿Se puede salir del agujero? «Sí, aunque es difícil».
El sulfato de anfetamina, más conocido como «speed», es otra de las sustancias que, desde Energy Control, asociación que estudia el impacto de las drogas en el ámbito del ocio, ha experimentado un crecimiento en los últimos años. ¿El motivo? Uno de ellos, su precio. Algunos consumidores de cocaína se han pasado al «speed», pasando así de pagar 60 euros el gramo a 20 euros, e incluso más barato. Así se ha visto en regiones como Andalucía o Cataluña. «El "speed"es la droga que mayor atractivo ha despertado. Como la cocaína, también es un estimulante del sistema nervioso. Sin embargo, los efectos del "speed"son más duraderos», asegura Claudio Vidal, de Energy Control Andalucía. Además, recuerda, la anfetamina del «speed» suele venir cortada con cafeína, lo que aumenta la estimulación. ¿Podemos hablar de un perfil del consumidor? «No. Se trata de usuarios previos de otras drogas y que incorporaron el "speed"en su "repertorio"de fin de semana para salir de marcha», responde.
¿Más ejemplos? «Nos estamos encontrando con que el consumo de heroína se está retomando, al ser una vía más económica», apunta José Luis Sancho, director general de Proyecto Hombre Madrid. Tampoco hay que olvidarse del alcohol. «Hemos detectado un aumento en la demanda de los tratamientos», señala Sergi Vilardell, psicólogo de la clínica CITA de Barcelona. Su accesibilidad, precio y legalidad, así como su «correlación con los estados de ánimo», han supuesto una mala combinación en estos tiempos de carestía.
«Te deja el cerebro como un huevo frito»
«Yo he sido politoxicómano», reconoce Álex, de 45 años. Su más temprana juventud coincidió cuando la heroína empezó a depuntar en nuestro país. «Soy de una generación en la que la heroína estaba en las universidades y en la que la cocaína estaba socialmente aceptada», afirma. A los 14 años «esnifó» su primera raya de heroína. «A los 15 tuve mi primer síndrome de abstinencia», añade. Llegó incluso a consumir «crack». «Lo probé un par de veces en Nueva York. Te deja el córtex cerebral como un huevo frito. Te vuelves majara, un psicótico. Me dio repelús», cuenta. No estamos hablando de una persona ligada a la marginalidad. Fotógrado de profesión, ha visto «como muchos amigos íntimos se han quedado en el camino». Ha tenido salidas y recaídas a lo largo de estos años. ¿Hay salida para casos como el suyo? «Hay un vacío que sólo puedes llenarlo con amor, amor por uno mismo o a nivel emocional», dice. Pero cree que hay que «contrastarlo» todo: «Hoy, el neurotóxico más potente que hay es el alcohol», apunta.
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