Ibiza

Armani y Valentino compiten en Ibiza por Jesús MARIÑAS

Doña Sofía vestía una túnica hindú, retomando viejos hábitos
Doña Sofía vestía una túnica hindú, retomando viejos hábitoslarazon

A diós, o casi, a un verano que propició la diáspora familiar en Marivent porque la Familia Real –especialmente las Infantas, que tanto contrastan con las Infantitas– no se anda con componendas más allá de lo oficial. Como la boda griega de Nicolás tampoco ha sido muy allá, aunque mañana jueves las revistas sacarán números extras, con la repetida ausencia de Don Juan Carlos, el impacto de tan real descanso se concretó en Michelle y su niña de llamativa falda bailona. Mientras madre e hija acudieron vestidas de manera muy apropiada y sus majestades cómodamente, Letizia parecía arreglada para un cóctel a mediodía. Pintiparada para alguna gala al atardecer, con su vestido tubo recamado por collarón estridente un poco al aire histórico de Diana Vreeland, que recordaba también los excesos, que los tenía, de la duquesa de Windsor. No pareció relajada ni cómoda sobre el ajustamiento corporal aupado en unas vertiginosas plataformas en beige, mientras Doña Sofía vestía una semitúnica hindú muy floreada, retomando viejos hábitos.
Esto se acaba, aunque Ibiza, que arde, sigue como foco apenas compartido con Marbella. Cayetana de Alba y Alfonso pasean romance ya normalizado y casi compitieron con Valentino y Armani, dos recuperados en el atraque marinero. Mientras, la Abascal trotó infatigable con Cary Lapique, repitiendo el alquiler –Alfonso Cortina no está por la compra– de la casa que la alicantina Paquita les prestó para el enlace de Carla, que antes fue residencia un par de veranos de Aznar, que tiene cuerpo de atleta gracias a su entrenador Bernardino Lombao, el también íntimo amigo de Kitín Muñoz.
Varios veranos llevaba Valentino sin pasear pelucón por la isla blanca, en esos días con Kyril de Bulgaria y Tim Jeffrei, entonces con Elle McPherson. Paralelamente, Armani tornó a bordo de su «Main», tan minimalista como su pret-à-porter, nada que ver con la sobria opulencia que su colega desplegó en el veterano «Blue One». Armani, sin llegar a excesos nocturnos en Pachá o Amnesia, no dejó de comprar pañuelos hindúes en el Sanesta de Vicente, donde recalan desde Eugenita Martínez de Irujo a todas las condesas italianas. Su Alta Costura de ahora en poco recuerda aquellos sobrios tiempos de instalación española, cuando Amalia Zunzunegui y Ramón Mendoza vestían al Madrid con diseños de su marca.