Literatura

París

Malditos bastardos

Pintores, escritores, actores y pensadores de todas las épocas han nacido en la ilegitimidad. María José Casado aborda sus biografías 

Rebelde de Arabia Lawrence (en la imagen) se sobrepuso a su origen con una voluntad inusual
Rebelde de Arabia Lawrence (en la imagen) se sobrepuso a su origen con una voluntad inusuallarazon

Hay quienes llegan tocados con el don de los privilegios y la cuna, y reciben en suerte todos los beneficios que acompañan al apellido y la estirpe; y otros que vienen a este mundo con el alma timbrada con el estigma de la bastardía y tienen que cargar con las culpas de la madre y también con las faltas del padre. Mientras unos recorren los caminos de los hombres, otros, como diría Cela, son arrojados a las orillas de las bestias, los cardos y los cactus, y les toca bregar por el futuro. Abrirse paso en el porvenir. Luchar en soledad por lo que otros consiguen sólo por existir: trabajo, aceptación, familia o amor, según desee la ambición de cada uno. Si la mayoría mira hacia adelante, parece que este pelotón de «escogidos», aparte de eludir las críticas y la hipocresía de la sociedad y de sus censores morales, deben sobreponerse a esas raíces que lastran el ánimo y que en ningún momento han elegido. Es un viejo tema. Un asunto reiterativo. Sobre todo, desde que la psicología freudiana se convirtiera en disciplina. ¿El genio nace o es consecuencia de las circunstancias? María José Casado selecciona algunos ilustres hijos ilegítimos en su último libro. Aquellos «hijos de puta», como se les reconocía antes, que han dejado huella con su temperamento, innovación y originalidad en el arte, la interpretación, el pensamiento y las humanidades. En una época como la actual, donde el origen personal carece de importancia, la ilegitimidad, el hijo natural, lo que, con cierta ironía, se ha denominado, los «hijos del amor», no tienen demasiada importancia.

Imaginación y voluntad
Pero, en siglos anteriores, este signo, sin embargo, marcaba rumbos y decidía destinos. ¿Habría Leonardo da Vinci imaginado una máquina para que el hombre volara si hubiera nacido en una familia acomodada? ¿Apollinaire hubiera rehuido las tentaciones de la bohemia de las calles de París y se habría enrolado en el ejército para asombrarse con el espectáculo de las luces de guerra si hubiera contado con su padre? ¿Sarah Bernhart habría interpretado con la misma fuerza aquellos papeles que representó en los escenarios de Europa y Estados Unidos? ¿Lawrence de Arabia habría desarrollado ese tesón y esa voluntad inusuales que jamás le permitía ceder ante nadie ni sentir el dolor?
A esta lista, la autora ha sumado otros nombres, como los de Gerolamo Cardano, Erasmo de Rotterdam, Aleksandr Borodin, Alexandre Dumas hijo, Jean d'Alembert y Giovanni Bocaccio. La creación es rebeldía. Una manera de levantarse contra lo establecido a través de las artes, la ciencia o las letras. Un síntoma de disconformidad y de romper con los muros estabuladores del entorno social. Todos ellos lo hicieron con éxito y nadie discute sus méritos. También es cierto que todos ellos, con la única excepción de Dumas, fracasaron en el plano sentimental.
Si la época les condonó la deuda de su nacimiento y acabó claudicando ante los valores que les levantaban sobre la dominante corriente que suponen las existencias comunes, ellos, según parece, jamás dejaron atrás aquel destino que les costó enrolarse en una biografía que muchas veces suponía un desafío; en otras, una manera decente de intentar suicidarse de una forma elegante y ante el aplauso de la claque. Todos estos hombres y mujeres sobresalieron en el campo de la creación. Y eso, si se mira bien, puede que sea alguna clase de sedición contra lo que hay alrededor, pero también contra lo que uno ha heredado y tiene de indómito dentro de uno mismo.
 

Sobre la autora: Periodista y escritora, María José Casado ya ha abordado biografías de artistas como Rembrandt, Durero o Leonardo da Vinci. Ideal para...: los amantes del género biográfico que quieran acercarse a algunas de las figuras míticas de la historia a través de unas semblanzas didácticas, sencillas y muy rápidas de leer. Un defecto: La falta de espacio le impide desarrollar con mayor amplitud estos perfiles, que, en ocasiones, son sucintos, cargados de datos y algo fragmentados, debido a la falta de páginas. Una virtud: La facilidad con que se puede acceder a unas vidas complejas, llenas de aristas y que se han desenvuelto en un ambiente que, en ocasiones, es tan difícil y contradictorio como las figuras que trata. Puntuación 6