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Maruja Díaz

La Razón
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Cuando estoy escribiendo este artículo, el personaje Maruja Díaz se debate entre el tanatorio y la exclusiva. Sé que es duro, que es llevar el humor negro hasta las últimas consecuencias, pero hay algunos y, en este caso, algunas que se prestan a ello. Lo correcto sería decir aquello de que Maruja es poliédrica. Es una elegancia que no se merece esta situación. Pero vamos a la historia: el lunes saltan las alarmas; parece, se dice, se filtra que la artista está ingresada en una clínica donde ha sido intervenida hace diez días. Los rumores apuntan que tiene un cáncer de los más invasivos. Esa misma noche entra en directo telefónicamente en el programa de Jaime Cantizano. Con voz entrecortada y como si estuviera flotando, desmiente lo de su grave dolencia. No hay forma de probar si ha estado ingresada o no. Hay imágenes donde aparece fumando en la ventana de un sanatorio. No parece ésta la actitud de un enfermo grave. Ayer martes también aparecen fotos en su domicilio. Hay dos posibilidades. La primera, que efectivamente su salud pasara por un mal momento y que ella no quisiera hacer público su drama personal. Muchos apuntan a la otra cara de la moneda, que es un montaje para conseguir volver al ruedo mediático. Desde que fue expulsada por Jorge Javier Vázquez del «Sálvame», vivía apartada del mundanal ruido. Es la razón por la que, como decía, muchos apuntan que está más cerca de la exclusiva que del tanatorio. Hay que tener en cuenta que Maruja Díaz se ha convertido en una especie de esperpento de sí misma, que, aunque algunos lo desconozcan, ha sido una figura, una gran artista, que no ha sabido irse con dignidad y ha preferido estar en la actualidad al precio que sea. Nunca mejor dicho lo de precio, porque ha conseguido un dinero que no necesita, tirando tristemente una gran carrera. Hoy en día muchos están convencidos de que sólo ha sido una friki.