Casa Real
El santo del Rey en plena crisis por Carmen Enríquez
La Casa Real ha optado también este año por no celebrar la onomástica del Rey.
Los dos años anteriores a éste coincidió el santo de Don Juan Carlos con periodos de convalecencia de las intervenciones quirúrgicas practicadas al Monarca, en 2010 la operación para extirparle un nódulo en el pulmón y en 2011, la intervención de la rodilla.
Hace ya tiempo que la costumbre de organizar una recepción el día de San Juan pasó a la historia. Quizá porque la Familia Real española es poco dada a celebrar grandes fastos, pero también por su sensibilidad a la hora de captar que la ciudadanía española no vería con buenos ojos que se hiciera cualquier dispendio en tiempos de escasez y vacas flacas.
Al principio del reinado, la Casa del Rey se inclinó por celebrar el santo del monarca de forma similar a como se hace en otras monarquías del entorno europeo: gran recepción y desfile amplio de personalidades del mundo político, social y económico además de ocasión para que las señoras lucieran sus mejores galas. Lo malo es que el número de invitados fue engordando hasta tal punto que ni siquiera los jardines del Campo del Moro eran suficientes para tanta gente y, por otra parte, los que no eran invitados se sentían muy desairados.
A principio de los noventa, se optó por celebrar el día de San Juan cada año en una comunidad autónoma, pero la idea se descartó antes de recorrerlas todas. Y a partir de ahí, se procedió a organizar una misa en la ermita del Palacio de la Zarzuela seguida de una pequeña recepción en los jardines a la que asistían los miembros del Gobierno, los presidentes de las altas instituciones del Estado y representantes de los distintos sectores de la sociedad.
Ha sido voluntad de la Casa del Rey el cortar con todo este tipo de celebraciones y mantener una fecha como la de su onomástica en el estricto ámbito privado. Lo que se hace normalmente en la actualidad, en cualquier fecha señalada para la Familia Real como cumpleaños y aniversarios, es seguir con el trabajo de agenda como cualquier otro día. Y dejar para después de terminar la jornada laboral la ocasión de festejarla con familia y amigos.
La austeridad se impone más que nunca como norma de actuación entre los miembros de la institución monárquica. A la crisis económica española, que no sabemos cuándo va a tocar fondo, se une la situación interna de la Familia Real, con una parte de ella apartada de cualquier actividad y vetada para aparecer junto al resto. Ése es el principal trago amargo con el que tienen que convivir ahora. Por eso, se entiende tan bien que nadie en el interior del Palacio de la Zarzuela, en estos momentos, tenga ganas de celebraciones.
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