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La boina por María José Navarro

La Razón
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El otro día me hizo un amigo una foto con mi propio móvil. La guardo en la galería del teléfono, junto a las instantáneas de dos morcillas de Burgos que me clavé en Miranda de Ebro y unas alcachofas a la brasa de esas que se abren como dos claveles reventones. Llevo también una foto de Fernando Torres, dos de un canosito, unas cuantas de mi sobrinilla y otra de una menestra. Lo siento, yo soy así. Llevo personas, verduras y un monumento sangrante sacado del cerdo. Bien, estábamos en mi foto. No sé si lo han notado, pero yo tengo un pelo de rata que tiro de espaldas, tanto es así, que me lo tuve que cortar estilo cámara de gas y así voy por la vida, hecha un Manolito. A lo que vamos. Mi móvil no es el que tiene Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, pero, como con los hijos, yo lo veo monísimo. Ana Botella mira su teléfono y es capaz de decirnos si hay contaminación o no en Madrid, cosa que le agradezco enormemente, porque yo miro mi pañuelo de papel y me ahorro los detalles, que habrá gente comiendo, oigan. Uno llega desde donde sea a Madrid y lo que ve es que no ve bien. No ve nítido. Descubre una niebla de mierda muy importante, aunque dice el terminal de Ana Botella que no, que esto no es peligroso, y lo dice con solo mirar a su pantalla, que es como la carita del oráculo más infalible. Así que nada, he abierto la galería, me he echado un ojo a mí misma, y lo tengo decidido. Este año soy Miss Pelo Pantene, hala.