Barcelona
Mas promete esfuerzo para lograr la «plenitud nacional»
Un nacionalista catalán vuelve a presidir desde ayer la Generalitat. Artur Mas puso ayer mucha epopeya paraacentuar su perfil ideológico al tomar posesión como Molt Honorable en un acto celebrado en el salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat.
Leyó la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, el real decreto para solemnizar su nombramiento con lealtad al Estatut y a la Constitución y Mas respondió prometiendo «plena fidelidad al pueblo de Cataluña», una fórmula inédita. También en sus primeras palabras quiso subrayar que ha llegado a la Generalitat para engrandecer el autogobierno catalán. «La plenitud nacional de Cataluña a la que muchos aspiramos requiere el esfuerzo constante, dedicación permanente, entusiasmo, ilusión, salvar obstáculos y no dar nada por perdido», manifestó.
Mas quiere ser un soberanista pragmático. Quiere aproximar a Cataluña hacia la independencia y quiere hacerlo de forma realista, es decir, poco a poco. «La construcción nacional de Cataluña no es un trabajo para impacientes», afirmó, desacreditando así a los que prometen el Estado propio para mañana por la mañana.
Dijo Mas que «la vida de los pueblos, de las naciones y de las culturas se puede medir en milenios», no como «la vida de los Estados, que en el mejor de los casos es cuestión de unos siglos porque no dejan de ser construcciones artificiales».
Ciertamente, hubo mucha lírica en su discurso. Mucha invocación a las remotas raíces de la historia catalana. Sin embargo, el nuevo presidente de la Generalitat dice ser muy consciente de que su principal reto es combatir la crisis. No hay más tiempo para construir relatos épicos ni para celebraciones por haber regresado al gobierno. Todo ello concluyó ayer en un acto donde Mas prometió «poner el país en marcha y movilizar energías». El momento es «muy delicado», admitió el president. Y llamó, a continuación, a todos los catalanes a levantar la economía «sin miedo» y poniendo el acento en «el ejercicio de los deberes en vez de en la reclamación de los derechos».
El sucesor que designó hace una década Jordi Pujol regresa al Palau de la Generalitat, aunque él dijo que no siente que «vuelve», sino que «llega». Y lo hace en un instante donde Cataluña está «llena de problemas», donde hay «miedos, confusión y grandes interrogantes».
El papel de Montilla
Mas toma el relevo de un José Montilla a quien todas las autoridades le han reconocido una altísima dignidad tanto en la derrota como en el traspaso de poderes. Montilla pronunció ayer sus últimas palabras como presidente de la Generalitat en funciones en el acto de toma de posesión de Mas y lo hizo deseando suerte, pero también reclamando que Cataluña se preocupe «más por el hacer que por el ser», «más por la consistencia que por la esencia».
Montilla enmarcó el acto de ayer, cuyo momento más simbólico es la imposición de medalla que distingue al president de la Generalitat, dentro de «la normalidad democrática» que conlleva la alternancia. Acabados los discursos, Mas acompañó a Montilla hasta la puerta de la Generalitat y se despidieron cordialmente.
Muchos rostros del pujolismo entre los invitados
- Unos 700 invitados, buena parte del pujolismo, acudieron al Palau. También fueron muchos empresarios, entre los que destacó el presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato.Y no faltaron el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, y el vicepresidente del Congreso, Jorge Fernández Díaz.
- La presencia de Lluís Prenafeta fue de lo más comentado en el cóctel que se sirvió en el Pati dels Tarongers. Prenafeta es uno de los rostros del pujolismo (fue secretario general de Presidencia) y es muy amigo de Mas, pero en los últimos meses ha estado en boca de todos por su presunta vinculación con el «caso Pretoria». Los nacionalistas Iñigo Urkullo y Anxo Quintana también acudieron.
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