Castilla y León
Espigas bruñidas de otoño por Guillermo GARABITO
La alfombra roja se extendía la semana pasada por un Valladolid de cine. Como cada año llegadas estas fechas de octubre, unas mieses algo más brillantes que las que brotan esplendorosas de las entrañas en esta región tan propicia cada mayo, iluminaban un Teatro Calderón de la Barca vestido de gala en espera de encontrar dueño.
El pasado sábado 20 de octubre de 2012, se inauguraba la quincuagésimo séptima edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Y aunque es verdad que no corren buenos tiempos para ninguna expresión artística, la Seminci ha demostrado en su larga andadura como ha sabido aclimatarse a las condiciones del tiempo que le tocaba vivir. Este año como no podía ser de otra manera, sufriendo los recortes de primera mano, su director Javier Angulo ha logrado brillantemente hacer de un festival austero y más sobrio de lo normal, un escaparate del mejor cine, que ha traído hasta esta ciudad de la Esgueva y del Pisuerga una concurrida multitud de actores y directores ilusionados por mostrar sus trabajos.
Han sido estos días, soplo de aire fresco para unas salas de cine a las que la subida del IVA cultural, les ha repercutido de lleno, pudiendo desgravar en todo caso… clientes. Así ahora más que nunca, se hacen realidades frases como las del gran cineasta Alfred Hitchcock «Para mí el cine son cuatrocientas butacas que llenar».
Por todas estas razones la Seminci es un bien cultural que Castilla y León debe seguir aprovechando y promocionando, pese a las adversidades que puedan venir.
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