Cataluña
Gobernar en la humildad
Pasada la euforia del vuelco electoral en Cataluña conviene reflexionar sobre lo que se avecina a esta comunidad y su proyección sobre el resto de España. Para empezar hay que elogiar la humildad que caracteriza a Artur Mas, y que Dios se la cuide, ya que el electorado catalán está harto de la prepotencia del Tripartito y de las políticas que no llevan a ninguna parte. Mas se sentó ayer en la grada junto a su hijo. Montilla lo hizo en el palco, a lo grande, igual que algunos dirigentes de ERC. Humildad para ganar en credibilidad. Esa parece ser la política del que será el nuevo presidente de la Generalitat, y eso es, justamente, lo que los catalanes desean en estos difíciles momentos. Humildad frente a prepotencia y mirar al votante por encima del hombro. Esto es precisamente lo que la señora Mas le recuerda a su marido durante el desayuno. El país está muy mal y Cataluña es parte del país, y por tanto debe imperar la humildad frente a cualquier otro estilo y hacer política sobre todo cuando hay un millón y pico de familias españolas en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo. Gobernar desde la humildad es gobernar desde la cercanía del que sufre la dureza de la crisis y ese es, sin ninguna duda, un buen camino. Le faltará, y deberá encontrarla, la moderación en términos nacionalistas, porque la humildad también está en gobernar para todos no sólo para los del mismo color político. Aire fresco en la plaza de Sant Jaume, un aire fresco que debería entrar por los ventanales de su Ayuntamiento, donde todavía se huele el perfume de Montilla.
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