Barcelona

Los dos clones que salieron rana

Pepe Mel y Philippe Montanier, saludados como émulos de Guardiola, se juegan hoy el puesto. Ni el Betis ni la Real han ganado desde septiembre

Pepe Mel, pensativo en la banda durante un partido del Betis esta temporada. Su puesto en el banquillo andaluz corre peligro
Pepe Mel, pensativo en la banda durante un partido del Betis esta temporada. Su puesto en el banquillo andaluz corre peligrolarazon

Sevilla- El partido mañanero de hoy en el Benito Villamarín se las trae. El Betis y la Real Sociedad, que hace dos temporadas se vieron las caras en Segunda, miran de nuevo con espanto al abismo. Durante los últimos días del verano, nadie habría pensado que sus dos prestigiosos entrenadores los habrían colocado al borde del precipicio. Pero la jornada intersemanal jugada alrededor del solsticio contempló el último triunfo de los vascos y de los sevillanos, que suman respectivamente dos y un punto en sus ocho últimas comparecencias.
Huelga decir que a Mel y a Montanier les huele la cabeza a pólvora. De hecho, podría incluso darse el insólito caso de que ambos estuviesen ante su último día en el cargo porque, ¿quién garantiza que los presidentes los mantendrán si sus muchachos deparan, pongamos, un triste empate a cero? En vista del poder realizador de ambos conjuntos en las últimas semanas, no es descartable. La Real Sociedad no marca desde hace un mes y ha hecho sólo cuatro goles en ocho jornadas. Siendo pobre su registro, cuadruplica el del Betis, que sólo ha celebrado, es un decir, en los mismos encuentros el tanto que Jorge Molina marcó en el Bernabéu (4-1).
La historia de Philippe Montanier tiene miga. Martín Lasarte ascendió a la Real Sociedad y logró la temporada pasada una laboriosa permanencia que no le sirvió para mantener su empleo. Los dirigentes donostiarras buscaban la excelencia y creyeron que la encontrarían en este entrenador francés joven, exitoso y de exquisitas maneras que escribía la historia del Valenciennes haciendo jugar como los ángeles, cuentan, a sus modestos pupilos. Con contrato en vigor, la Real hubo de pagar medio millón de euros al club galo para que lo liberase. Hoy, el denominado «Guardiola francés», que aterrizó en San Sebastián sin esconder su ambición de dirigir un día al Barça, se ve abocado a la triste encrucijada de tantos técnicos: victoria o destitución. Para suplirlo, y como estrambote, suena el mismísimo Martín Lasarte.
El Betis de Mel se paseó en Segunda y ganó los cuatro primeros partidos en su regreso a Primera, lo que le valió el liderato. Sin demasiada base, se extendió la especie de que el preparador madrileño le había imprimido al equipo un sello, una identidad, algo que en los mejores momentos llegó a denominarse «una filosofía». No hubo tal, sino más bien la historia de siempre: un entrenador que agranda en las entrevistas lo que sus chicos hacen en el campo y un ambiente propicio en torno al club, ahora que no está Lopera, para que los medios nos sumemos a la fiesta sin hacer demasiadas preguntas. Tras su primera derrota, en Getafe, Mel dijo que «los equipos que siempre atacamos, como nosotros o el Barcelona, asumimos estos riesgos». Y se quedó tan ancho.
El mucho crédito acumulado con el ascenso se agotó y sólo los problemas económicos retrasan una destitución que ya se habría producido en otras condiciones. También a él le queda una bala.