Ciudad del Vaticano
«El Papa justifica el preservativo como última vía»
«Para la Iglesia los actos sexuales deben tener lugar entre dos cónyuges y, por tanto, cuando se realizan fuera del matrimonio tienen un desorden intrínseco. El Papa lo que dice es que en algunos casos en los que hay un riesgo seguro de contagio entonces está justificado el preservativo»
El sacerdote y médico español Carlos Simón, subsecretario del Pontificio Consejo para la Familia, considera que no hay ninguna novedad doctrinal en las palabras de Benedicto XVI sobre el condón y apuesta por la abstinencia y la fidelidad para luchar contra el sida.
–¿Qué valoración hace de las palabras del Papa justificando el uso del preservativo en algunos casos?
–Entiendo la pequeña revolución que se ha producido, aunque viendo el contexto todo se entiende. No hay ninguna novedad. Benedicto XVI no hace ninguna excepción novedosa.
– Sin embargo, hasta ahora un Papa nunca había justificado el uso del preservativo en ninguna situación.
–Hay que tener en cuenta que la locución se relaciona con el viaje a África de 2009, donde al Papa se le pregunta también de forma informal sobre el preservativo y el sida. Se debe distinguir cuando el Pontífice dice algo de modo coloquial a cuando lo hace de manera pedagógica o en una expresión de toda su autoridad, como en una encíclica. No hay contradicción en este asunto. El Papa ya dijo en aquel viaje que en la lucha contra el sida la estrategia de la Iglesia era la abstinencia, la fidelidad y el condón. Las dos primeras son formas de luchar contra el sida, como señala el Papa, en el contexto de la educación y la no trivialización de la sexualidad. Como última vía escapatoria está el preservativo, en casos donde las otras dos opciones no se han podido desarrollar.
–Permítame que no esté de acuerdo. El Papa en África no justificó el uso del preservativo en ningún caso, como sí ha hecho ahora. Incluso hay sectores de la Iglesia donde no ha sentado bien esta posición de Benedicto XVI: se le acusa de haber caído en el relativismo que tanto denuncia.
–No estoy de acuerdo con esa opinión. Los textos hay que entenderlos en su contexto. Lo que materialmente ha dicho el Papa en este libro es que en los casos en que ni la abstinencia ni la fidelidad se han podido seguir, que es por la vía que apuesta la Iglesia, existe esta última opción. Una persona puede hacer uso del preservativo de forma responsable para no contagiar ni producir un mal que dañe a la vida. Las declaraciones entran dentro de la tradición de la teología moral de la Iglesia. Para ésta el acto sexual se entiende dentro del contexto de una relación conyugal. Ahí es donde se aplica la moralidad. Todo acto fuera del matrimonio la Iglesia lo rechaza como algo desordenadamente grave. Entramos, en un campo de la salud, se trata de un terreno donde hay un posible contagio.
–Entonces el pecado se comete al practicar sexo fuera del matrimonio, pero no al usar el preservativo cuando se comete este pecado.
–Efectivamente, el preservativo entonces es un mal menor que evita un posible contagio. En caso de que no haya este peligro es una desfiguración de una relación ya alterada porque no olvidemos que se trata de un anticonceptivo. Para la Iglesia los actos sexuales deben tener lugar entre dos cónyuges y, por tanto, cuando se realizan fuera del matrimonio tienen un desorden intrínseco. El Papa lo que dice es que en algunos casos en los que hay un riesgo seguro de contagio entonces está justificado el preservativo. Veo la novedad en el aspecto terminológico, no en la idea ni en el contexto. El Papa no ha revolucionado ninguna enseñanza de la Iglesia. Señala que no se debe banalizar la sexualidad. En el caso de que ya se haya producido un desorden, que para la Iglesia es algo grave, hay que procurar que no haya un mal aún más intenso.
–¿Se puede esperar ahora que la Iglesia vaya a promover el uso del preservativo como herramienta de la lucha contra el sida cuando la abstinencia y la fidelidad fallan?
–Honestamente pienso que no. La Iglesia sigue lo que el Papa dice cuando afirma que hay que integrar la sexualidad en la esfera del amor y de la entrega. Benedicto XVI es un gran pensador y está preocupado por conseguir que haya una armonía en el hombre. La Iglesia debe insistir en esta vía, que es la más difícil pero hace del hombre un ser auténtico, no banal. La Iglesia seguirá resistiendo a las presiones de quien pida que distribuya preservativos. Hay además datos científicos que señalan que la receta de la abstinencia, la fidelidad y, sólo en tercer lugar, el profiláctico, han conseguido objetivos muy positivos en la lucha contra el sida.
–Habla de la triple receta formada por la abstinencia, la fidelidad y el preservativo. ¿A partir de ahora se tendrá más en cuenta esta tercera opción tras estas palabras del Papa?
–No hay ninguna novedad. Desde el punto de vista de mi dicasterio no hay cambios: todo acto que no esté dentro del matrimonio es ya un desorden objetivo. Lo que hay que procurar es que éste sea lo menos malo posible.
Lombardi: «No es un cambio revolucionario» revolucionario»
El portavoz vaticano Federico Lombardi aseguró ayer que las manifestaciones de Benedicto XVI sobre el preservativo no «son un cambio revolucionario», sino una «visión comprensiva» para llevar a la humanidad «culturalmente muy pobre hacia un ejercicio responsable de la sexualidad». Añadió también que estas declaraciones «no reforman o cambian las enseñanzas de la Iglesia, sino que las reafirman en la perspectiva del valor y de la dignidad de la sexualidad humana como expresión del amor y la responsabilidad».
PERFIL: Un cacereño en la Curia
Desde febrero de 2008, este sacerdote extremeño es uno de los máximos responsables del organismo vaticano que se encarga de la pastoral y problemática familiar. Licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra y doctor en Teología Moral por la Universidad Lateranense de Roma, coordinó el primer Diccionario de Bioética en lengua española. Habla español, inglés, francés e italiano.
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