Izquierda abertzale
Las trampas de ETA
La única salida que tiene la banda terrorista ETA es la rendición incondicional, la entrega de las armas y que sus miembros asuman la responsabilidad por los actos cometidos. Ni hay ni puede haber otro camino. No existen atajos que les puedan permitir soslayar la legalidad vigente. Nunca los ha habido, aunque algunos políticos nacionalistas hayan creído que podía existir un proceso de paz que de facto convirtiera en papel mojado la Constitución y el Código Penal. No se puede negociar con delincuentes que quieren conseguir por medio del terror aquello que les niegan las urnas. Ninguna democracia lo haría. Una vez más hay que insistir en que no existe un conflicto político, sino una minoría criminal cuya catadura moral es equiparable al peor de los delincuentes. Al igual que nadie plantearía negociar con la mafia, con un asesino en serie o un pederasta hay que recordarles a los nacionalistas que defienden esa vía que no es posible hacerlo con los terroristas. No sería acertado minimizar la amenaza que representa ETA, creer que está acabada o permitir que vuelvan a las instituciones con otra tregua trampa. Por ello, la posición del Gobierno, con la inestimable colaboración del PP, es acertada porque rechaza cualquier vía de negociación y existe el claro compromiso de impedir que Batasuna, sea con el nombre o la fórmula que busque, regrese a las instituciones. Cualquier otra opción sería vulnerar la Constitución, atentaría contra la dignidad de España y comportaría olvidar a los centenares de muertos y heridos como consecuencia de los actos terroristas. Zapatero y Rubalcaba han sido muy claros en esta materia, por lo que no sólo no hay que tener ningún atisbo de duda, algo que les gustaría a los radicales, sino apoyarles firmemente en la lucha contra ETA y su aparato político. Es un grave error dar carta de naturaleza a rumores o comentarios interesados de quienes sólo buscan erosionar la convivencia y subvertir el ordenamiento legal. Al igual que el aparato político de ETA se quedó fuera del Parlamento vasco y no pasó nada; dentro de unos meses, en las elecciones municipales, la aplicación de la Ley permitirá acabar con la anomalía, como hemos venido denunciando, de que actualmente mantenga su presencia en algunos municipios. No pasará nada. La estrategia de la banda, similar a ocasiones anteriores, sería otra tregua trampa que justificara la presentación de listas presuntamente blancas pero que en realidad no son más que títeres suyos. Los vascos que se quieran presentar a unas elecciones tienen que condenar, clara y contundentemente, el terrorismo. La democracia comporta unas reglas de juego y cualquier idea se puede defender siempre que sea en ausencia de violencia y desde el respeto a los derechos humanos y las libertades públicas. Es algo tan evidente que no merece recordarlo, porque hay formaciones que defienden la independencia de sus comunidades pero lo hacen desde la aceptación de esas reglas democráticas. El problema es que ETA es un grupo criminal que ni acepta ni cree en la democracia. Es un vestigio de unas ideas totalitarias que eran características de los años de la Guerra Fría.
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