Artistas
Segunda apuesta por Antonio PÉREZ HENARES
Tengo que andar atento estos días porque el perro Mowgli no deja de ser un cazador cuando anda por el patio de casa. Y hacerle comprender que mirlos y gorriones recién salidos del nido no son objetivo de sus recechos es misión imposible y decididamente antinatura de su condición perruna de «bretó». Dos llevamos ya salvados de su acoso.
Detecto que este año las nidadas van un poco tardías y tiemblo porque estas tormentas en ocasiones acompañadas de granizo pueden estar destrozando las puestas de las perdices y otras muchas aves. Refugio no les falta con tan abundante pasto primaveral, pero sobran estos violentos aguaceros.
En la ciudad, golondrinas y aviones, entre los visitantes, y gorriones, mirlos e insectívoros entre los residentes fijos, están ocupados sacando su segunda pollada adelante. Si la torcaz, la zurita o la tórtola han perdido por cualquier causa su nidada es posible que la hayan repuesto. Algunas se animan incluso a conseguir un par nuevo de pichones. Se oye mucho su arrullo en las arboledas. El de la tórtola y el de la paloma son bien distintos. Y desde luego el de la turca, que para nada es arrullo, sino una especie de quejido muy poco agradable al oído.
Entra el verano. Comienza el estiaje. Los árboles han alcanzado la plenitud de su cubierta vegetal. El refugio arbóreo es ahora mucho más seguro. Vuelan los hijos de las rapaces. Alcotanes, cernícalos y halcones jóvenes comienzan a recibir adiestramiento en la caza por parte de sus padres.
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