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Núria y Marta una separación con final feliz

Un equipo de más de 30 cirujanos del Hospital Vall d'Hebron logran con éxito separar a dos gemelas siamesas unidas por el abdomen y el hígado

Núria y Marta una separación con final feliz
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Desde la ecografía de las 12 semanas, Meritxell Feliu se puso en lo peor: el bebé que esperaba en realidad eran dos niñas, gemelas y siamesas. «Primero me dijeron que probablemente acabaría en aborto y los médicos siempre me advirtieron de las pocas posibilidades de que salieran adelante», recuerda. En estos casos, que son excepcionales y se producen sólo en uno de cada 200.000 nacimientos, el porcentaje de supervivencia en el parto es muy bajo, de entre el 5 y el 25 por ciento. Y si superan con éxito esta fase, ¿qué vida les esperaba a sus hijas?
Núria y Marta nacieron el 10 de agosto de 2011, a las 32 semanas de gestación, mediante una cesárea programada para garantizar la supervivencia del feto y evitar complicaciones. Las niñas, que compartían un único cordón umbilical más grande y grueso de lo normal, estaban unidas por el abdomen, desde el esternón hasta el ombligo –son los llamados gemelos xifo-onfalopagos–, y compartían el hígado. Tras la reanimación y la ventilación pertinente, Marta, que al nacer pesó 1.600 gramos, y Núria,1.460 gramos, fueron intubadas durante 24 horas.
Tras superar esta fase, permanecieron 12 horas más con ventilación nasal. El 6 de septiembre, finalmente, les dieron el alta médica. Desde entonces, el equipo médico del Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona, que se encargó del caso de las niñas siamesas desde que detectaran la malformación durante la gestación, realizó los estudios morfológicos y clínicos de las dos niñas necesarios para determinar que el único órgano vital que compartían era el hígado, pese a que la certeza no es total hasta que no se procede a la operación quirúrgica, lo cual habría una puerta al optimismo.
Si bien sólo un 53 por ciento de los siameses que se someten a una cirugía de separación sobrevive, el caso de Marta y Núria permitía pensar en el éxito debido al tipo de unión existente entre ellas. «Tenían un solo hígado, con dos vesículas biliales, lo que permitía proceder a su separación. Si hubiera sido una unión por el cerebro, hubiera sido inviable. Y además, normalmente, estos casos están asociados a cardiopatías, pero éste no», explicó ayer el jefe del servicio de Cirugía Pediátrica de la Vall d'Hebron, Vicenç Martínez, uno de los miembros del equipo médico multidisciplinar que intervino a las niñas. «Cada niña tenía sus propios intestinos, pero en ocasiones, cuando por ejemplo una de ellas estornudaba o hacia algún tipo de fuerza, pasaba de la una a la otra», destaca por su parte José Luis Peiró, codirector del Programa de cirugía fetal.
Finalmente, el 27 de febrero de este año, cuando las niñas ya tenían seis meses de vida, pesaban entre las dos más de 12 kilos y se daban las condiciones que se consideran indispensables para minimizar riesgos, Marta y Núria se sometieron a una cirugía de separación, no sin que antes los expertos en cirugía plástica pediátrica hubieran definido con precisión el lugar exacto donde era necesario hacer la incisión. «Había que evitar cualquier riesgo de defecto cutáneo. Nos teníamos que asegurar de que tras la separación no nos íbamos a encontrar con problemas para cerrar la incisión por falta de piel, porque ello puede provocar contaminación y problemas muy graves», señala Peiró. La idea era abrir por el mejor punto, tanto para proceder a la partición del hígado como para poder disponer de la cantidad de piel suficiente y de calidad para hacer un cierre cutáneo de la pared abdominal de las dos niñas sin necesidad de tener que recurrir a implantes.

Posoperatorio rápido
El día de la intervención todo salió a pedir de boca. Durante las siete horas que duró la operación, se pudo hacer un cierre total de las paredes abdominales, tanto de los músculos como de la piel, y se procedió a la separación de las siamesas con éxito, algo que en España sólo ha sucedido en tres ocasiones (dos en la Clínica de La Paz de Madrid y otra en Sevilla). De hecho, el mismo equipo de médicos que intervino a Marta y Núria ya realizó una cirugía de separación en 2009, pero en aquella ocasión los bebés fallecieron por cardiopatías. En cualquier caso, las niñas tuvieron un posoperatorio rápido y sin complicaciones y el 5 de marzo ya estaban en casa junto a sus padres.


«Marta echa mucho de menos a Núria»
Hace tres semanas que tanto Núria como Marta llevan una vida completamente normal y sólo acuden al Hospital para realizarse revisiones periódicas. Sólo falta que tanto ellas como todo su entorno se habitúen a la nueva situación. Uno de la treintena de médicos que participaron en la intervención recuerda que «en el posoperatorio estaban las dos niñas estiradas en una camilla y se daban la espalda. Una de ellas se puso a llorar y sólo se calmó cuando la pusimos de cara a su hermana, como estaban antes de la operación». Por su parte, Meritxell, la madre, quien asegura que «ya se había habituado a tenerlas juntas y ahora tenerlas separadas se hace raro», comenta que «Marta echa mucho de menos a Núria y la busca todo el rato, pero Núria no quiere estar con ella». Comienza su nueva vida.