Caridad

La crisis llega a las Fundaciones solidarias de la Iglesia

Han de recortar servicios porque no reciben las ayudas públicas

Imágenes de dos de las Fundaciones que realizan obras sociales con personas en riesgo de exclusión social
Imágenes de dos de las Fundaciones que realizan obras sociales con personas en riesgo de exclusión sociallarazon

VALENCIA- Detrás de la Iglesia como institución hay multitud de pequeñas fundaciones que siguen a rajatabla el principio de solidaridad que rige la religión cristiana. Dan cobijo a personas en grave riesgo de exclusión social, alimentan a familias desfavorecidas, ofrecen cursos gratuitos de formación, atienden a enfermos crónicos y, en definitiva, velan por un futuro mejor de aquellos que no han tenido mucha suerte en el camino. Y, en época de crisis económica, desarrollar todas estas acciones es más difícil. Hay más personas en situación extrema de pobreza y estas entidades disponen de menos recursos.

Es el caso por ejemplo de la Fundación «Mare de Déu dels Innocents i els Desamparats» (Maides), que se encarga de la rehabilitación psicosocial de enfermos crónicos. Según explicó su presidente, José María Descals, la crisis les obligó a aprobar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que supuso el cierre del centro piloto de la entidad en Bétera y el fin del programa específico para enfermos de SIDA. Esta clausura se debe, en palabras de Descals, a los continuos recortes de las subvenciones públicas a este tipo de proyectos. Concretamente, la Conselleria de Sanidad les adeuda todavía todas las ayudas del año 2011 y de 1012 hasta el momento del cierre del centro, por lo que la deuda sería aproximadamente de 300.000 euros.

Sin embargo, la Fundación continúa trabajando con enfermos crónicos gracias a sus dos residencias fijas abiertas durante todo el año y a sus pisos de atención semi vigilados. La clave es no depender exclusivamente de los presupuestos de las Administraciones Públicas para subsistir. En este sentido, subrayó que pese a lo que pueda creerse, la situación económica ha hecho que los ciudadanos sean más solidarios. «Entienden que si ellos ya lo están pasando mal, habrá personas que estén mucho peor y hacen un esfuerzo».

La fundación Aspadis del padre Vicente Aparicio también atraviesa una etapa similar. Respira, «de momento», porque acaba de cobrar por parte de la Conselleria de Justicia y Bienestar social una parte de la subvención. Sin embargo, le deben todavía el 40 por ciento del total, que es de unos dos millones de euros. Con la cantidad recibida, explicó Aparicio, han pagado los intereses de un préstamo que solicitaron para poder continuar con su labor y las nóminas de los trabajadores.

En esta línea, destacó que el próximo mes volverán a necesitar que la Conselleria les inyecte aunque sea otro 20 por ciento de la ayuda.

El responsable de Aspadis, asociación que cuida en sus cuatro centros a más de ochenta niños con alguna discapacidad psíquica profunda y da trabajo a 85 personas, aseguró que desde que se inició la crisis económica no han reducido ningún servicio y descartó que vayan a hacerlo ahora. «Sólo esperamos que el año que viene la situación se normalice en cuanto al cobra de las ayudas comprometidas, aunque sabemos que es difícil».

El centro de atención para ex reclusos, el Casal de La Pau, también atraviesa una dura situación. «Sólo nos dan resoluciones, no el dinero de las ayudas», aseguró una trabajadora social.

No obstante, la fundación de la Iglesia más fuerte, Cáritas, no sufre todos estos problemas. Aunque le ha afectado la crisis, basa la mayor parte de su presupuesto en donativos, por lo que los impagos de las ayudas públicas no llegan a ahogarle.