Asunción

Sevilla

La Razón
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No, no les voy a aburrir con la insípida convención municipal del PSOE celebrada en Sevilla donde casi ninguno de los intervinientes ha estado a mucha altura a excepción de Zapatero. Porque cada vez que el presidente se sube a un atril y pone voz campanuda se lleva de calle a propios y a extraños. Por eso no es raro que ayer, en sólo una hora, arrancase más aplausos que todos los que cosechó Rajoy en los tres días que duró la convención popular organizada hace tres semanas también en Sevilla. Sí, la ciudad que Miguel Primo de Rivera en 1929 y Felipe González en 1992 introdujeron en la Edad Contemporánea. Y que el alcalde Monteseirín ha anclado al siglo XXI. Este pasado fin de semana la capital de Andalucía ha estado espectacularmente desbordante, con un nivel de animación comparable al de las grandes urbes europeas. La peatonalización de Asunción, San Jacinto, la Avenida de la Constitución y San Fernando ha sido un éxito. El centro bullía de primavera anticipada, los veladores desafiaban la actual atonía consumista y a los establecimientos que aún no se han remozado sólo les queda renovarse o morir. De hecho, una gran cantidad de ellos, singularmente los de restauración, se han reformado ya para no perder el tren de los tiempos. Desconozco si el regidor Monteseirín puede dormir tranquilo con el sobrecoste del proyecto Metropol Parasol o con los reptiles que parecen nadar en las fosas de Mercasevilla. Pero la justicia histórica siempre le reconocerá su apuesta valiente y decidida por un modelo de ciudad que hasta han puesto de ejemplo esta semana los informativos de Antena 3 Televisión. Y en la hora de su adiós creo que es de honestidad intelectual que se lo reconozcamos también los que lo hemos criticado por otras cuestiones más discutibles de su gestión. El popular Zoido, que con su incansable trabajo diario conoce hoy mejor que nadie la ciudad, sabe que su discurso ante las próximas elecciones no puede ser catastrofista. Y el candidato socialista Juan Espadas debería igualmente saber a estas alturas que lo que le conviene es cogerse del brazo del todavía alcalde y despegarse de un José Antonio Viera al que se le ha puesto cara de mala leche a lo Francois Miterrand y que está muy tocado tras el escándalo de los ERE.