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Herencia envenenada
Mariano Rajoy ha recibido del anterior Gobierno una herencia envenenada en materia de terrorismo. Socialistas y nacionalitas pactaron con ETA, a través de intermediarios, un «proceso», vendido ante la opinión pública como el de la «paz definitiva», pero que escondía fines electoralistas para que el PP no ganara las elecciones y, si lo hacía, que no fuera con mayoría absoluta.
Para ello se cometió uno de los errores más grandes de la reciente historia de España: permitir a la banda, a través de Bildu y Amaiur, reconstruir su «frente institucional» y darles algo tan importante prácticamente a cambio de nada, porque el supuesto cese armado es tan definitivo como quieran los pistoleros. El problema de hablar con ETA, de forma directa o a través de terceros, y pactar algo, es que la banda no acepta excusas de mal pagador. Por eso es fácilmente explicable el nerviosismo que , en los últimos días, no puede ocultar el lendakari Patxi López. Pretende, el que debería ser presidente de todos los vascos, que el PP ejecute la política penitenciaria acordada en el nuevo «proceso» y que, como primera providencia, los reclusos terroristas (la medida afectaría a 514, ya que cuatro ya cumplen condena en Guipúzcoa, Álava o Vizcaya, y el resto están en cárceles de Francia) sean acercados a centros de aquella comunidad autónoma. Y, por supuesto, que no se moleste lo más mínimo a los de Amaiur, y se les dé grupo parlamentario, o lo que pidan. Socialistas y nacionalistas parecen no entender que lo que ellos hayan pactado es cosa suya, y son ellos los que deben responder. Que no han ganado las elecciones, por más que lo intentaron con la utilización de la lucha (en este caso, no lucha) antiterrorista.
Le toca, por lo tanto, a Rajoy administrar esa herencia y, con firmeza, reconducir asuntos tan importantes. Las primeras decisiones han sido acertadas: cumplimiento de la ley y, por eso, Amaiur no tiene grupo parlamentario. Con los presos, debe ocurrir lo mismo. Los que urdieron el «proceso» siguen con lo suyo para tratar de condicionar la política de Rajoy que no tiene urgencias que atender en este terreno, por más que los López, Rubalcaba o Urkullu, le quieran transmitir lo contrario. Si el anuncio de ETA era sincero, y no pura táctica, no tardaremos en saberlo y las armas y explosivos serán entregadas para sus destrucción. Pero eso, por ahora, es mucho decir.
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