Conciertos
Pires fabulosa madurez por Arturo Reverter
Juventudes musicalesBeethoven: «Sonata para violín y piano nº 1», «Sinfonía nº 7». Mozart: «Concierto para piano nº 27». Piano: Maria Joao Pires. Violín y dirección: Pinchas Zuckermann. Royal Philharmonic Orchestra. 2-XI-2011. Auditorio Nacional, Madrid.
Pires tocó este verano en El Escorial un estupendo «Cuarto2 de Beethoven». En esta ocasión la pianista portuguesa nos ha regalado con una hermosa, poética y efusiva recreación del «Concierto nº 27» de Mozart. Sus características como artista y música, se acrisolan de año en año, en lo que es una fabulosa madurez. Sus pequeñas manos, infalibles en el ataque y precisas en la digitación, acarician más que pulsan las teclas. La nitidez del fraseo, la coloración del discurso, el estilo sobrio e interiorizado siempre nos ganan.
El perfecto legato nos llevó a magníficos instantes de depuración estética y sonora en el transparente desgranamiento del Larghetto, que tuvo muy solvente soporte en los timbres del conjunto inglés, llevado con naturalidad, sin énfasis ni dengues, a veces tan peligrosos, por la mano de Zukermann, que se acopló sin esfuerzo al dictado de la solista. En especial los diálogos maderas-teclado tuvieron toda la elocuencia pedida, particularmente en los compases finales de la obra, tras la repetición del luminoso tema que lo vertebra de cabo a rabo.
Como violinista, Zukermann se mostró en esta oportunidad irregular, con un comienzo dubitativo y desafinado de la temprana "Sonata"beethoveniana. Luego la cosa se arregló y el instrumentista pudo frasear con estilo y su característico sonido, apoyado muy bien por Pires. La interpretación de la "Séptima"del compositor de Bonn, con una orquesta firme algo reducida, nos pareció correcta, musical y bien estructurada, cantada con gusto en el Allegretto, aunque con numerosos pasajes espesos, faltos de clarificación, lo que se acusó asimismo en el Scherzo. Versión enjuta, adecuadamente ritmada y aceptablemente ejecutada. En el podio Zukermann se muestra algo desgalichado, con movimientos no siempre armónicos.
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