Escritores
Batalla ganada
El Supremo ordenó ayer repetir el juicio del caso de Antonio Meño, en coma desde hace 21 años. La familia lleva 17 meses «acampada» en la plaza de Jacinto Benavente para exigir Justicia.
Juana no sabe si reir o llorar. Más bien, no sabe ya si llora de alegría o de cansancio. Ayer fue un día redondo. En la cifra y en los acontecimientos. Hacía exactamente 17 meses (520 días) desde que se plantó a las puertas de lo más tangible que puede encontrar alguien que busca justicia: su Ministerio. Aquel día, un 17 de junio de 2009, hacía muchísimo calor en el número 3 de la plaza Jacinto Benavente, sede de la administración. Se presentó allí más arrastrada por la rabia y la impotencia que porque pensara que eso fuera a ser realmente efectivo. Dijo «de aquí no nos movemos hasta que nos hagan caso» y así ha sido.
La sombrilla con la que llegó, acabó convirtiéndose en una caseta reivindicativa hecha de lona, madera y plásticos. Allí ha pasado 12.480 horas con su marido y su hijo. En todo este tiempo, Juana Ortega, madre coraje donde las haya, ha meditado en más de una ocasión que qué estaba haciendo allí, que eso era perder el tiempo. Pero ayer se tuvo que tragar sus propios pensamientos. Como esas miles de miradas de escepticismo que se han posado sobre este tenderete de lona, plásticos y madera. Fue muy duro comenzar a vivir en apenas 15 metros cuadrados y posiblemente también lo sea a la inversa. Pero si no hubieran permanecido en aquel lateral de la céntrica plaza durante casi año y medio, no hubiera aparecido aquel «ángel de la guarda» llamado Ignacio Frade. El que hace 21 años fuera ayudante de cirujano en la operación de rinoplastia de su hijo –de la que salió en coma irreversible por una presunta negligencia médica– les encontró allí por casualidad el pasado febrero. Su versión ha hecho que el Supremo ordene repetir el juicio y que los Meño hagan las maletas de vuelta a casa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar