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La tierra es del Pueblo o no por Alfredo SEMPRÚN
El hombre de la escalera se llamaba Xue Jinbo, tenía 42 años y era carnicero en la ciudad de Wukan. Había sido elegido por la asamblea popular para representar los intereses del pueblo frente a una de las habituales tropelías del régimen: la venta de las tierras comunales a los nuevos promotores inmobiliarios. Negocio redondo de los funcionarios del partido que, mediante el cobro de una modesta comisión del 5%, impulsan la economía del gigante asiático. En Wukan, aldea pobre en la rica provincia de Cantón, la «recalificación» fue tan burda que los cargos comunistas han tenido que huir del pueblo para evitar su linchamiento. Las cenizas humeantes de la comisaría y de las dependencias oficiales dan prueba de la indignación provocada por el expolio. Al carnicero Xue Jinbo, cuatro tipos vestidos de paisano le detuvieron el domingo a la puerta de su casa y le metieron en un coche con destino desconocido. Eran policías. Le dieron la paliza habitual y murió el lunes. Dicen las autoridades que sufría del corazón y han presentado una autopsia impoluta que, todo lo más, refleja «un ligero uso de la fuerza durante la detención». Sus vecinos siguen en franca rebelión, cercados para que no les lleguen alimentos ni agua, y dispuestos a llegar hasta el final para hacer realidad el mito: la tierra es del Pueblo. Para eso son comunistas. ¿O no?
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