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Lo que la tierra se llevó por Rosetta Forner

La Razón
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Mucha gente aún no se ha recuperado del desastre que asoló su vida en forma de terremoto hace un año. Si bien, lo peor no fueron las pérdidas materiales, esas se recuperarán de alguna manera, si no esas personas cuya vida se tragó la tierra, pues ya no volverán.

Es comprensible el dolor de quienes perdieron su casa, sus cosas materiales, sus recuerdos… Pues éstos nos conectan simbólicamente a nuestro pasado y son algunas de las columnas sobre las que se asienta nuestra vida humana. Nos aferramos a nuestras pertenencias y llegamos a pensar que somos las mismas, cuando en verdad estamos de paso por este mundo y toda posesión material es temporal.

La casa es simbólicamente el yo en psicoanálisis, por eso, perder literalmente la casa, además de perder el hogar, es quedarnos sin la parte simbólica de nuestro ser. Quizá por eso, además de lo que supone a nivel material, duele tanto perder el hogar.

Asimismo, no me acostumbro a la rapidez con la que los acontecimientos dejan de ser actualidad, siendo sustituidos por otros y dejando huérfanos en su dolor a quienes siguen aún lidiando con las consecuencias de las malas digestiones de nuestra madre Tierra.

Compromiso
Por consiguiente, los gobiernos no deberían dejar desatendidos a aquéllos cuyos problemas aún no están resueltos. Es humano que cada uno vuelva a atender vida y sus problemas cotidianos después de echar una mano a los damnificados.

Al igual que la naturaleza se regenera, tenemos que regenerar nuestras vidas y aprovechar para despertar la solidaridad y la compasión en nosotros. Mañana la tierra puede volver a temblar pues está visto que la crisis tiene muchas caras, y que Gaia tiene personalidad propia.