España
Con las reformas creceremos por Jaime García-Legaz
El principal problema económico español es su volumen de deuda. No sólo el enorme stock de deuda pública, ya cercano al 70% del PIB y que ha crecido vertiginosamente en la última legislatura socialista, sino también la deuda privada, superior a tres veces el PIB. La acumulación de tan enorme volumen de deuda asusta a los acreedores, que temen que España pueda acabar como Grecia, reconociendo su incapacidad de devolver parte de la deuda contraída.
Nuestro problema de deuda es diferente del italiano, con aspectos mejores y peores. Tenemos mucha menos deuda pública que Italia, pero más deuda privada que ellos. A ello se añade un elemento especialmente preocupante: buena parte de la deuda española se ha contraído con extranjeros, lo que nos hace muy vulnerables a una pérdida de confianza. Debemos un 180% del PIB al extranjero en términos brutos, y un 100% del PIB (un billón de euros) en términos netos.
En términos de flujos, nuestro problema es que España sigue endeudándose con el exterior. Eso es lo que significa seguir incurriendo en un déficit de balanza de pagos por cuenta corriente de cerca del 3,5% del PIB: este año habremos pedido al extranjero otros 35.000 millones de euros en términos netos para mantener nuestro nivel de gasto. Los ahorradores saben que esto es insostenible, y por eso incrementan la prima de riesgo, es decir, el interés que cobran por el dinero fresco que nos prestan. Consideran que el riesgo de impago de nuestro país en su deuda pública es cada vez más alto. Y ése es el círculo vicioso que hay que corregir de inmediato. El sector privado comenzó hace tiempo a reequilibrar su posición financiera, es decir, a ajustar su gasto al nivel de ingresos e, incluso, a devolver parte de la deuda. Las familias llevan casi tres años apretándose el cinturón, lo que en términos macroeconómicos se ha traducido en un incremento muy fuerte de su tasa de ahorro, hasta el punto de generar ahorro neto positivo. El sector empresarial ha hecho algo muy similar, reduciendo sus gastos y destinando buena parte de sus recursos a devolver deuda. Si por el sector privado fuera, España registraría hoy un superávit por cuenta corriente de más del 3% del PIB, lo que habría servido para lanzar mensajes muy positivos.
El único sector que registra una necesidad de financiación es el de las administraciones públicas. Los datos oficiales apuntan a un déficit del 6% del PIB, una cifra en la que nadie cree, y que probablemente acabará elevándose por encima del 8%. España necesita de forma urgentísima reequilibrar sus cuentas e incrementar su ahorro público. Esto se traducirá en la reducción de la necesidad de fondos del exterior y lanzará una señal muy positiva. Sería también muy positivo incrementar la tasa de ahorro nacional procedente del sector de las familias. Cuanto mayor sea el superávit exterior que España sea capaz de generar en 2012 incluso a costa de deprimir la demanda interna y, a corto plazo, el crecimiento económico, mayor será la recuperación de la confianza y la reducción del coste de la financiación.
La reforma constitucional fue una señal positiva hacia el exterior. La iniciativa de Rajoy de 2010, finalmente apoyada por Zapatero, ha servido para poder construir un marco de estabilidad presupuestaria para los próximos años. Ahora necesitamos aprobar una Ley de Estabilidad Presupuestaria que imponga una severa disciplina a todas las administraciones públicas.
Los ahorradores extranjeros esperan también que España sea capaz de generar mayores ingresos mediante mayores tasas de crecimiento económico. A mayor crecimiento, mayores ingresos privados en familias y empresas y, por tanto, mayor capacidad de devolución de la deuda privada. A mayor crecimiento, mayor volumen de empleo y mayor recaudación, es decir, mayor capacidad de devolver la deuda privada. De ahí la imperiosa necesidad de acometer las reformas estructurales que devolverán a nuestro país la capacidad de crecer. Con las reformas creceremos, y si creceremos devolveremos la deuda contraída. Ése es el reto que tenemos por delante.
Jaime García-Legaz
Diputado y secretario general de FAES
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