Barcelona

San Juan de Ávila un doctor y apóstol para el siglo XXI

Benedicto XVI reconoce la figura «digna de admiración» del santo español

San Juan de Ávila, un doctor y apóstol para el siglo XXI
San Juan de Ávila, un doctor y apóstol para el siglo XXIlarazon

MADRID-La reducida y prestigiosa lista de los Doctores de la Iglesia universal, de la que forman parte los santos considerados como los más eminentes maestros de la fe, cuenta con un nuevo español, San Juan de Ávila. Este sacerdote manchego del siglo XVI, patrón del clero de nuestro país, fue ayer proclamado Doctor de la Iglesia por Benedicto XVI durante la misa de apertura del sínodo sobre la Nueva Evangelización celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Un gigantescto tapiz con su imagen, junto a otro que mostraba a la religiosa alemana Santa Hildegarda de Bingen, que también recibió ayer esta distinción, colgaba de la fachada principal de la basílica vaticana ante la vista de las decenas de miles de personas que participaron en la ceremonia. Con la proclamación de estos dos nuevos miembros, el elenco de Doctores de la Iglesia cuenta con 35 nombres. De ellos, cuatro son españoles. Sólo Italia supera a España como nación de origen más repetida de los santos que han tenido este reconocimiento por su contribución a la doctrina universal de la Iglesia. Además de San Juan de Ávila, los otros españoles son: San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila.

El Papa habló de los dos nuevos doctores como figuras «luminosas» y dignas de «admiración». Recordó que el patrón del clero de nuestro país era un profundo conocedor de las Sagradas Escrituras y estaba dotado de un «ardiente espíritu misionero». «Supo penetrar con singular profundidad en los misterios de la redención obrada por Cristo para la humanidad», comentó, calificándole como un «hombre de Dios» que unía la «oración constante con la acción apostólica».

San Juan de Ávila, subrayó Benedicto XVI, se dedicó «a la predicación y al incremento de la práctica de los sacramentos», concentrando sus esfuerzos «en mejorar la formación de los candidatos al sacerdocio, de los religiosos y los laicos, con vistas a una fecunda reforma de la Iglesia». De Santa Hildegarda de Bingen destacó su «preciosa contribución al crecimiento de la Iglesia de su tiempo, valorizando los dones recibidos de Dios y mostrándose una mujer de viva inteligencia, profunda sensibilidad y reconocida autoridad espiritual». El Señor, dijo el Pontífice, la dotó de «espíritu profético y de intensa capacidad para discernir los signos de los tiempos». Hildegarda fue una mujer muy completa, que aunaba su «gran amor por la creación con el interés por la Medicina, la poesía y la música».

Sesenta y dos obispos españoles y alrededor de 2000 fieles venidos de nuestro país participaron en la Eucaristía en la que San Juan de Ávila fue proclamado Doctor de la Iglesia. Entre los presentes había varios cardenales: Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona y Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla. También participó en la ceremonia el cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Juan Rubio, director de la revista de información religiosa «Vida Nueva» y autor del libro «Juan de Ávila. Un apóstol en camino» (San Pablo), destacó que la proclamación como doctor se ha logrado gracias al trabajo continuo y conjunto del Espiscopado español. «Los obispos han remado en la misma dirección. Todo empezó con la carta que realizaron en el año 2000, cuando se celebró el quinto centenario de su nacimiento. Pedían un esfuerzo colectivo para lograr la declaración como Doctor de la Iglesia universal». También subrayó la labor realizada en este sentido por el cardenal Cañizares en la Santa Sede desde que asumió su cargo en la Curia en 2008.
Antes del rezo del Ángelus, el Papa saludó con afecto a los peregrinos de lengua española y comentó que San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de Bingen eran dos «faros luminosos y seguros en el anuncio del Reino de Dios», deseando que «nos ayuden a todos a crecer cada día en la auténtica vida de fe».

Fórmula especial
La proclamación oficial como Doctores de la Iglesia del sacerdote nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) y de la religiosa alemana la realizó el Papa leyendo la siguiente fórmula en latín: «Nosotros, acogiendo el deseo de muchos hermanos en el episcopado y de tantos fieles en el mundo entero, después de haber recibido el parecer de la Congregación de las Causas de los Santos y de haber reflexionado durante mucho tiempo y haber alcanzado el pleno y seguro convencimiento, con la plena autoridad apostólica, declaramos a San Juan de Ávila, sacerdote diocesano, y a Santa Hildegada de Bingen, monja de la Orden de San Benito, Doctores de la Iglesia Universal. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

La postuladora de la causa del doctorado de San Juan de Ávila, Encarnación González, ha destacado la faceta como predicador y pedagogo del sacerdote manchego. «Preocupado como el que más por la educación y formación cristiana de niños, jóvenes y adultos, y por hacer bien a todos, se las arregló como pudo para llegar a ellos, e incluso escribió un catecismo en verso para ser cantado, de modo que se transmitiera de oído y lo aprendieran pequeños y mayores». Gracias a San Juan de Ávila, los discípulos que lo rodeaban alcanzaron altas cotas de vida interior y de piedad. Encarnación González subraya que la gente «se arremolinaba para escucharle, porque, hombre de Dios y con gran experiencia humana, hablaba con sabiduría y sencillez» y, concluye la postuladora: «Se traía a la gente de calle».

 

El camino hacia el doctorado
En 1970, la XII Asamblea Plenaria de la CEE se planteó solicitar el título. En 1989 elevó su petición al Papa. En 2002, la Congregación para la Doctrina de la Fe concluyó el examen de los trabajos. En 2011 la Congregación dio su «sí» definitivo. Finalmente, en agosto de 2011, en plena JMJ, Benedicto XVI lo anunció en Madrid.