Francia
Once para confiar por Julián García Candau
La Selección española puede presumir de practicar juego colectivo. Es la solidaridad permanente. No depende del acierto de determinadas individualidades. Es conjunto aunque ello no obvia tener presentes nombres propios. No es una estrella alrededor de la cual gira el resto. No existe el tipo prepotente, fatuo y un tanto gilipollas que se cree el centro del universo. En el equipo español siempre hay once en quienes confiar. Ha llegado otra vez a la final al eliminar a Portugal, al que le falló su principal arma.
En cada partido se puede destacar a algunos jugadores. Nunca a uno solo porque jamás se juega para uno, ni existe quien exija protagonismo. Destacar a Casillas es canción repetida. Siempre está. Tras el error de Xabi Alonso, héroe contra Francia y que pudo convertirse en el villano de la Eurocopa, surgió Casillas, detuvo el penalti lanzado por Moutinho, igualó la tanda y salvó, en primer lugar, a su compañero y, consecuentemente, a la Selección. Arbeloa, gris en varios partidos, se creció ante las críticas y no fue uno más. Sergio Ramos tenía en mente el penalti fallado en Liga de Campeones. Pese a ello, se prestó a tomar parte en lo más incierto del partido. Fue el artista de la noche.
Sería injusto relegar a cualquiera de los futbolistas que han participado en los encuentros y habría que abrir página especial para los suplentes. No hay resquemores por no jugar. Basta ver el comportamiento en el banquillo y la euforia con la victoria para comprobar que por encima de cualquier ego está el sentimiento unificador. Posdata. Jordi Alba ha crecido en cada partido y vale más de lo que han pagado por él.
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