Berlín
España e Italia en manos del BCE
El «rescate silencioso» de los dos países ya ha costado 122.000 millones, más que la primera ayuda a Grecia
MADRID- A principios de agosto, el Banco Central Europeo (BCE) lanzó un plan de compra de bonos soberanos de la zona euro en el mercado secundario para evitar el colapso de los «too big to fail» de la moneda única, España e Italia, especialmente, y para reducir la presión de los inversores sobre uno de los países ya rescatados, Portugal. Desde el día 8 del mes estival por excelencia, la institución entonces presidida por Jean-Claude Trichet y ahora por Mario Draghi ya ha invertido más de 122.000 millones de euros en el programa, un mecanismo que el organismo insiste, día tras día, en que será «temporal».
Sin embargo, pasan las semanas y el BCE no para de comprar los bonos que la banca vende en el secundario, ya que no hay demandantes y todo lo que tenga que ver con la zona euro es en estos días una patata caliente que ninguna entidad quiere ver en sus balances. Lo único que consigue el cortafuegos de la institución es evitar que el interés de la deuda de los países entre en «zona de no retorno», pero no logra solucionar el problema de fondo, que es la continua pérdida de solvencia de la moneda única, los problemas de financiación de los estados y el comienzo de los rumores sobre un hipotético fin del euro tal y como hoy lo conocemos.
Como denuncia Alemania, el programa del BCE tiene una lectura negativa, ya que retrasa la aplicación de medidas de ajuste en los países incumplidores –véase Italia, España y Portugal–. Si el organismo que preside Mario Draghi va a estar siempre ahí (aunque de forma «temporal», recordemos) para salvar la deuda de los países y su financiación en el mercado, el efecto que ello tiene en los dirigentes políticos es el de relajar la toma de decisiones. Con lo cual, el resultado es contraproducente. Eso es lo que destaca Angela Merkel, mientras que Sarkozy opina lo contrario, que la institución debe tener aún más peso en la gestión de la crisis.
El mercado secundario de deuda está intervenido desde hace cuatro meses y el BCE se fijó hace dos semanas un nuevo techo de gasto para comprar bonos soberanos en el secundario: otros 100.000 millones de euros de aquí a fin de año (20.000 millones a la semana). En esencia, el movimiento que realiza la institución en el secundario no es otra cosa que un «rescate silencioso» de los países, ya que es una operación que no requiere el consenso de las 17 economías de la zona euro –como en los casos de Grecia, Portugal e Irlanda– y la decisión corresponde al consejo liderado por Mario Draghi.
Solo ante el peligro
Aunque el BCE nunca desvela qué deuda compra ni de qué países, un rápido vistazo a la cotización intradía de las referencias a diez años de España e Italia nos permite saber cuándo actúa el organismo, que en momentos puntuales se convierte en el principal agente comprador. El impacto de la compra de deuda del BCE en la cotización de los bonos español e italiano en los últimos cuatro meses se puede ver en el gráfico.
El coste del goteo de compra de paquetes de deuda que ha realizado el BCE desde agosto ya es más alto que el primer rescate de Grecia (110.000 millones de euros), y promete superar todos los registros porque el organismo aún no ha dicho «basta» a su programa de intervención en los mercados de deuda. Pese al «rescate silencioso», el coste de financiación de España e Italia en el mercado primario ha tocado récords desde la creación de la moneda única, por lo que las autoridades europeas saben que el plan no es suficiente. Falta algo más, pero no saben qué.
La gravedad de la situación se ha traslado con fuerza al mercado primario, donde el Estado vende su deuda a los inversores y pacta una rentabilidad fija que pagará a un determinado vencimiento, y no permite hacer pronósticos. España ha pagado esta semana más que Grecia, rescatada por la UE, por colocar deuda con vencimiento a tres y seis meses, e Italia tuvo que prometer una rentabilidad un 84% superior a la emisión anterior para lograr captar la atención de los inversores. Además, Alemania, símbolo de solvencia, dio el gran susto al cerrar su peor subasta de «bunds» en los últimos nueve años. En otras palabras, los inversores no quieren ni oír hablar de deuda de la zona euro.
Según Deutsche Bank, hay cuatro situaciones que obligarían al BCE a intervenir de forma masiva en un escenario de «no retorno», a saber: congelación del mercado interbancario, salida del capital de los depósitos, aumento de los costes de refinanciación de la deuda de empresas no financieras y subasta fallida por parte de un Estado no rescatado. Las cuatro hipótesis ya se han producido tanto en España como en Italia. Hagan sus apuestas.
Berlín y París negocian otro plan para la UE
Berlín y París ultiman para principios de 2012 un nuevo pacto de estabilidad bajo la modalidad de acuerdo entre países, frente a la tradicional aprobación por unanimidad en el seno de la Unión Europea (UE), según el diario germano «Bild». «Deja menos capacidad de oposición a los estados miembros escépticos», argumenta el periódico, que agrega que, en caso de emergencia, esta modalidad podría incluso sortear una eventual oposición de la Comisión Europea (CE).
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