Burgos
Mujer de coraje por Postuladora Madre Asunción Valls
Este otoño vaticano no parece caminar al invierno sino a una primavera eclesial. Primero con las tonalidades púrpura y roja de cardenales y obispos llegados para el Sínodo. Después, abiertas las puertas de la fe, difundió la luz de nuevos doctores. Y ahora, con la perspectiva universal del Domund, presenta «a la ciudad y al mundo» a siete testigos de la fe. Entre ellos, Carmen Sallés. ¿Quién es esta mujer? Responder «la fundadora de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza» sería empezar por el final. Fue una mujer que pasó por la vida con los ojos bien abiertos, aprendiendo, sintiendo, enseñando. ¿Qué aprendió? Que ella, de familia de clase media, educada en la Compañía de María, era una joven afortunada. Pero había otras menos privilegiadas, sin formación humana ni religiosa, acompañada de pobreza material, cuando no espiritual. ¿Qué sintió? El dolor ajeno clavado en el alma, una pregunta quemándole los labios «¿Qué puedo hacer yo?» y la urgencia de arriesgar su propio bienestar por mejorar el ajeno. ¿Qué enseñó? Que no es cristiano considerar «ajeno» ningún dolor, ni permanecer indiferente ante él. Que la mujer y la juventud no puede ser condenada por sus errores sino amada en ellos, salvada de ellos. Y enseñó que prevenir es mejor que curar: «Para alcanzar buenos fines, son menester buenos principios». A mayor necesidad, mayores remedios. ¿Ignorancia?, ¡cultura más amplia! ¿Piedad superficial?, ¡formación religiosa bien sólida! La mujer debía ser capaz de recristianizar la familia y la sociedad. Y encontrar su lugar en la Iglesia. Algunos no acababan de entenderlo. Abrió, contra viento y marea, en Burgos, en 1892, nuevos caminos para la mujer y para la juventud en la sociedad y en la Iglesia. Calladamente fue agrupando en torno a ella a jóvenes valientes, capaces de captar sus ideales y llevarlos «adelante, siempre adelante», apoyadas en la divina providencia. Murió en 1911 dejando doce colegios.
✕
Accede a tu cuenta para comentar