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Fabiola la primera reina que apostó por la cirugía estética

La esposa de Balduino I fue una mujer adelantada a su tiempo

Fabiola la primera reina que apostó por la cirugía estética
Fabiola la primera reina que apostó por la cirugía estéticalarazon

Sufrió por abandonar su país, su casa y a su familia, pero el amor pudo con todo. El Rey Balduino I se salió con la suya y, después de muchos intentos, Fabiola sucumbió a sus encantos y aceptó ser su esposa y, por lo tanto, la reina de Bélgica entre 1960 y 1993, hasta que falleció su marido. Su vida no fue fácil, «se marchó de casa con menos de 30 años a un país desconocido, pero superó todos los obstáculos y siguió adelante», explica Fermín Urbiola, autor de la primera biografía en español sobre la monarca, «Nacida para reina. Fabiola, una española en la corte de los belgas», que presentó esta semana en el Parlamento Europeo. «Fue la mejor embajadora de España, divulgó nuestras costumbres e incluso nuestros productos más típicos, como las naranjas de Valencia», comenta Urbiola. Incluso, según el escritor, se caracterizó por ser una mujer muy moderna para su tiempo: «Fue pionera en hacer uso de la cirugía estética, se operó la nariz, compuso un vals, escribió cuentos para niños, estudio Enfermería, y siempre huyó de la frivolidad». No fue una vividora, sino una mujer «entregada a los demás que renunció a su propia vida por el bien de su pueblo», confiesa el investigador. Eso sí, no pudo cumplir uno de sus mayores sueños: el de ser madre y dar descendencia al rey belga. No le fue fácil asumirlo, e incluso llegó a sentirse culpable por ello: «Balduino, te he fallado», le dijo a su esposo, que enseguida intentó que borrara ese pensamiento. Pero la realidad es que no pudo dar un heredero a Bélgica y fue su hermano menor, Alberto II, quien le sucedió en el cargo. Ahora, Fabiola vive alejada de los focos en Bruselas y a pesar de la insistencia de sus seres queridos, que ansiaban que una vez que enviudó volviera a compartir en España charlas y té, lo cierto es que «Fabiola sintió la obligación de estar cerca de los belgas hasta el final», concluye Urbiola.