Asturias
«Los que protestan no quieren dejar gobernar a Piñera»
El Gobierno que fue capaz de levantar otra vez las escuelas que tumbó el terremoto de febrero de 2010, de rescatar a los 33 mineros atrapados en Atacama y multiplicar por cuatro, según asegura el presidente conservador –Sebastián Piñera– la creación de empleos, se enfrenta a una crisis de popularidad y a la rebelión de los estudiantes, que dura ya cinco meses. Romero, con 20 años de experiencia forjando acuerdos en el Parlamento y el Senado –institución de la que fue dos veces presidente– sostiene a LA RAZÓN que un sector de la izquierda chilena está empeñado en «no dejar gobernar al centro-derecha».
–¿Está sufriendo la crisis la colonia chilena como otras iberoamericanas?
–Se está empezando a percibir inquietud en algunos sectores. Pero hay más españoles en Chile que chilenos en España...
–Y como las cosas sigan así, habrá más.
–Es muy probable. Tenemos no menos de 60.000 españoles en Chile y aquí la colonia no sólo no ha ido creciendo sino que ha disminuido. Tenemos la satisfacción de que la gran mayoría de la colonia chilena son emprendedores con una actividad estable y son muy bien acogidos. Como los españoles en Chile. Fíjese que nosotros somos de los pocos que mantenemos en la Plaza de Armas al conquistador Pedro de Valdivia. No tenemos nada que reprochar a la herencia de la conquista.
–¿Qué esperan de la vista oficial que los Príncipes de Asturias realizarán desde el 21de noviembre próximo?
–Tenemos un vínculo comercial muy fuerte. España es el segundo país inversor en Chile por detrás de EE UU. Tenemos 1.200 empresas españolas con una diversificación muy grande. La situación actual hace que muchas medianas y pequeñas empresas vean a Chile como un lugar ideal porque hay una certeza jurídica innegable y unas reglas de juego económicas muy claras. Tenemos Tratados de Libre Comercio con el 90% del PIB mundial. Chile es un objetivo deseado y nosotros queremos a la pequeña y mediana industria que necesita salir de España para tomar oxígeno con la situación crítica que está viviendo Europa. Sostengo que cuando termine mi mandato como embajador España será el primer país inversor en Chile. Estados Unidos tiene concentrada su inversión en minería, pero España está en todas partes.
–¿Qué sectores necesitan de la inversión exterior?
–Hay tres grandes temas: energías renovables, agua e infraestructuras. Además, Chile es una plataforma no sólo para América del Sur también para Asia. Los chinos y los coreanos nos conocen de memoria desde los años 80, y saben que somos serios.
–¿Cuál es la receta del crecimiento sostenido chileno?
–Es muy difícil dar recetas a países con tal desarrollo, pero hemos sido consecuentes con el modelo de libertad política y económica. Somos el país de América Latina donde es más fácil fundar una empresa, líderes en transparencia, en productividad y en estabilidad política. El Gobierno prometió 200.000 empleos al año. Hoy día llevamos 600.000 en menos de dos años.
–Parece un nuevo El Dorado.
–Sí. Hay que irse a Chile. Y además los tratamos como iguales. El desafío es llegar a los 21.000 dólares per cápita en 2016, hoy estamos en 16.000. Estaríamos empezando a superar a Portugal y Grecia. Cuando comenzamos a tener tanto éxito, la juventud se inquieta porque quiere recoger ya los frutos.
–¿Estarían los estudiantes en las calles si gobernara la Concertación?
–Buena pregunta. Lo diré de forma diplomática. La educación es un tema pendiente. La protesta estudiantil es algo transitorio. El asunto es que quien trata de dialogar con el Gobierno está siendo superado por los antisistema, los ultras, que piden lo imposible. Así es difícil llegar a un acuerdo. El poder legislativo, la representación popular, tiene que tener una interlocución válida, pero en el Congreso. El ruido no hace bien y el bien no hace ruido.
–Sin embargo, el descontento estudiantil va a más.
–Los que se ponen las capuchas, los que hacen los destrozos son los menos. Esa imagen da la vuelta al mundo y daña la proyección de Chile.
–¿Qué acuerdos serían viables para desbloquear las protestas?
–Nosotros queremos libertad de educación no que el Estado sea quien decida la educación de las personas. Creemos en la igualdad de oportunidades, con educación gratuita a los más modestos. Pero ¿por qué vamos a darle educación gratuita a quien se la puede financiar?
–Supongo que los que protestan no pueden costearla.
–Eso no lo sé. Puede que los que se manifiestan en las calles no estén preocupados por la educación y lo único que quieren es no dejar gobernar a una coalición de centro-derecha. ¿Tiene alguna duda de que si el 20-N gana en España una posición como la que gobierna en Chile no va a tener mucha gente en la calle? Hay ciertos sectores de la izquierda muy intolerantes, herencia de dictaduras. No toleran que haya gente que gobierne desde planteamientos distintos.
–¿Esta la oposición tratando de sacar partido de estas protestas?
–Sí, pero les ha salido mal. En Chile decimos "le ha salido la gata capada". A la Concertación le ha ido muy mal en las encuestas. También ha habido errores en el Gobierno porque no ha sabido gestionar esta situación. El Estado no es el "pater familia"de los individuos, no podemos imponer a las familias ni a los estudiantes estructuras fracasadas en el mundo.
–¿Es una privatización encubierta de la educación, una copia del modelo estadounidense?
–El modelo americano no es en sí mismo malo. No es eso. Creemos que pueden coexistir modelos distintos. No creo en un modelo único en que el Estado determine todo. Queremos una educación de calidad.
–¿Pueden derivar las protestas en una crisis de Gobierno?
–No. Hay algunos sectores interesados en dar la imagen al mundo del carabinero reprimiendo estudiantes. Respetamos a los estudiantes, pero los que están saliendo, la mayoría, son lumpen. Sectores de la ultraizquierda están buscando la ingobernabilidad. Son grupos minúsculos incapaces de conseguir representación parlamentaria. Toman la calle porque no pueden hacer otra cosa. Este Gobierno es de una eficacia enorme. Las cifras hablan por sí mismas.
–Sin embargo, persisten desigualdades en la redistribución de la riqueza.
–La cuestión es a qué modelo queremos ir. ¿A modelos fracasados donde ha predominado el Estado? Modelos que tienen muertos de hambre y oprimidos a millones de personas. Los países que despuntan en América Latina tienen la receta de la libertad económica.
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