España
Convención por el cambio
El PP arrancó ayer su Convención Nacional con el objetivo casi único de concretar el programa que ofrecerá a los españoles para los próximos cuatro años. Ese contrato con los ciudadanos constituirá el motor del cambio político que el país necesita con urgencia y que la gente demanda de forma muy mayoritaria. Tras años de intensa oposición y un esfuerzo programático considerable en el Parlamento, los populares llegan al tiempo electoral con un cuerpo político y legislativo muy avanzado que se encuentra en una fase importante de actualización y enriquecimiento. Serán además muy significativas en el debate de la Convención, las aportaciones de más de 24.000 ciudadanos a través de la web del partido que han servido para poner en discusión asuntos de interés como la limitación de mandatos en el Gobierno y la reducción de diputados y senadores de las Cortes Generales, de los parlamentarios autonómicos y de los miembros de las corporaciones locales, y que serán abordados estos días, como avanzó ayer el propio Rajoy. Sin embargo, el encuentro tiene como propósito capital fijar la estrategia para la creación de empleo y el crecimiento económico. El pasado septiembre, con los más de 95.000 nuevos desempleados, la peor cifra en ese mes en 15 años, demostró que la patología se había agravado. Camino de los cinco millones de parados, parece lógico que, según la última encuesta del CIS, el desempleo sea el primer motivo de inquietud para ocho de cada diez españoles. La determinación de Rajoy por dinamizar el mercado laboral parte de la experiencia y del convencimiento de que una sociedad que crea puestos de trabajo desata un efecto dominó que la reactiva social y económicamente. El PP lo comprobó en el escenario crítico de 1996 y fue capaz de liderar la generación de empleo en Europa con cinco millones de puestos de trabajo con Aznar y de liberar todo el potencial de la nación. Fue precisamente el ex presidente del Gobierno el encargado de abrir la cita popular con un discurso vibrante y contundente, una radiografía descarnada de la etapa y el proyecto socialista y del ilusionante cambio político que se avecina. Para Aznar, la «primera reforma que España necesita» es recuperar «la normalidad y «la confianza» que personifica Rajoy, porque supondrá «volver a la sensatez, a la credibilidad, a ser reconocidos como país serio». Habló de «asentar el Estado autonómico y no alimentar la deriva de 17 mini estados inviables», de que «España necesita un Gobierno solvente y capaz, decidido a poner la casa en orden y a poner fin a años de enfrentamiento y división», de «recuperar la ambición compartida de país», de «entenderse en todos los acentos», de que «ETA sólo acabará si la derrotamos sin condiciones» y de que «el perdón es un derecho que sólo corresponde a las víctimas». Aznar habla desde la autoridad y el conocimiento, desde la experiencia y la exigencia, y desde la lealtad y el compromiso con España y los españoles. Esa suerte de líneas rojas, de hoja de ruta que desgranó en una intervención intensa, son principios que refuerzan el proyecto de cambio y regeneración liderado por Rajoy que España espera y exige.
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