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Belén Ordóñez / Relaciones Públicas: «Mi Navidad idílica Sería pasármela dormida»

En la actualidad, Belén Ordóñez asegura no sentirse con fuerzas para afrontar una sesión fotográfica. En la imagen, durante la presentación de su libro, en 2006
En la actualidad, Belén Ordóñez asegura no sentirse con fuerzas para afrontar una sesión fotográfica. En la imagen, durante la presentación de su libro, en 2006larazon

El luto sólo se cuenta en años para quien contempla la muerte desde la barrera. Sin embargo, cuando uno siente su bufido sobre la nuca y la persona que fallece se lleva consigo algo de nosotros, el duelo es diario, constante y permanente. Belén Ordóñez lleva siete años, cuatro meses y 17 días conviviendo con una ausencia que ocupa demasiado espacio, con una herida abierta que aún escuece. Sigue señalando la muerte de su hermana Carmina como el episodio más amargo de su vida, aunque poco a poco va asumiendo que «es algo que no puedo remediar». Tras veinte días ingresada, el sábado pasado recibió el alta del hospital clínico San Carlos de Madrid, donde ha sido tratada de sus problemas depresivos y del enfisema pulmonar, la enfermedad que la mantiene atada, 18 horas al día, a una bombona de oxígeno. Pese a la aparente fragilidad que rodea su rutina, hay algo en Belén valiente y pertinaz, un tono coqueto, orgulloso y sereno que la empuja siempre a coger por los cuernos su particular toro: el de la nostalgia. Será cuestión de linaje. Después de haber vencido al cáncer, de haber lidiado con la muerte y saboreado la hiel del amor con tres divorcios a sus espaldas, se reconoce una fervorosa creyente, la palabra Dios siempre está en su boca porque a Él le da constantemente las gracias por lo que tiene y, por supuesto, por lo que tuvo. Tras varios meses apartada de los medios, la hija del diestro Antonio Ordóñez habla con LA RAZÓN de su día a día en la casa de Torrelodones, en la que vive con su hija, Belén –fruto de su segundo matrimonio con Francisco Ruiz Wagner–, y en la que duerme abrazada a Mística, su perra y uno de sus seres más queridos, «porque para mí es como una persona». Aprovecha para desmentir los rumores sobre su precaria economía y reivindica el derecho a sentirse así, como ahora, casi extraña: «Tranquila».

–Llevamos mucho tiempo sin saber de usted y lo primero es preguntarle, ¿cómo se encuentra?
–Estoy bastante mejor. Sufrí un episodio de ansiedad por el que tuve que estar ingresada, pero voy tirando para adelante. Sobre mi enfisema pulmonar, de momento, me encuentro estabilizada. Es una enfermedad de la que nunca se mejora, lo que hay que procurar es que no vaya a peor.

–¿Ha conseguido dejar de fumar?
–Bueno, estoy en cinco cigarrillos al día, antes consumía un paquete y medio.

–Durante sus últimas apariciones en televisión algunos periodistas aseguraron que su economía hacía aguas...
–Quiero dejar claro que no es cierto, he vuelto a alquilar mi casa en Sevilla y tengo mis rentas, no es que posea un dineral, pero vivo muy bien, gracias a Dios.

–¿ Y cómo es su existencia ahora?
–Me levanto normalmente sobre las nueve de la mañana y hago una primera sesión de aerosoles y tomo mis pastillas. Después trabajo haciendo mis velas perfumadas, doy un paseo y procuro hacer un poco de ejercicio porque me conviene andar, aunque no camino muy bien: voy agarrada a mi sillita de ruedas y, si me canso, me siento.

–Algunos colaboradores de televisión sostenían que no tiene buena relación con su hija Belén...
–No es cierto. Vivimos juntas y es lo que más quiero en el mundo y voy a procurar estar siempre cerca de ella. Ahora está buscando un sitio en Madrid porque trabaja allí y desplazarse desde Torrelodones es bastante incómodo. La gente joven necesita independizarse.

–Y con sus sobrinos Francisco y Cayetano, ¿sigue hablando a menudo?
–Sí, por supuesto, con muchísima frecuencia. Mi hija y ellos son todos una misma cosa. Mi hermana y yo nunca decíamos tus hijos o mis hijos, decíamos los niños: los niños de las dos. Y eso lo sigo manteniendo.

–A quien hemos visto muy feliz junto a su nueva pareja es a Francisco, ¿conoce ya a Lourdes?
–No, todavía no he tenido la oportunidad, pero veo a Fran muy contento. A quien sí conozco muchísimo es a su madre, que es una excelente persona, y también a sus abuelos y a uno de sus tíos, son buenos amigos a los que quiero con toda mi alma.

–Con Eva González tiene más contacto, ¿la veremos algún día convertida en la esposa de Cayetano Rivera?
–A mí me encantaría porque la quiero mucho y es una chica cariñosa y estupenda, pero esas son cosas de los dos.

–¿Pasará las Navidades con sus sobrinos?
–Seguramente sí, con Cayetano. Francisco se suele ir a esquiar y, además, como la niña está en Inglaterra, cuando vuelva querrá estar con su hija. Pero todavía no lo sé, porque con estos niños no se puede hacer planes con muchísima antelación.

–Son fechas dadas a la nostalgia...
–Sí, yo me acostaría hoy y me despertaría el 8 de enero. Me encantaría pasarlas así, sin darme ni cuenta. Esta época del año me trae muchísimos recuerdos y pienso en mis padres, en mi hermana y en las personas que ya no están aquí. Lo paso regular.

–¿Y cómo serían sus Navidades idílicas?
–Ya lo he dicho: pasarlas dormida. Vamos, que me anestesiaran el día 23 y que me despertaran el día 7 u 8.

–También son fechas que se prestan al balance... Si tuviese que escoger un recuerdo feliz de su vida y otro amargo, ¿cuáles eligiría?
–Los nacimientos de mi hija y de mis sobrinos fueron los momentos más felices. Y el recuerdo amargo, amarguísimo, es el del día en que murió mi hermana. Con ella se fue mi otra mitad y es algo que no puedo olvidar ni remediar, pero hay que seguir adelante.

–A raíz de su libro «Recuerdos» descubrimos a una Belén Ordóñez que se levantaba todas las mañanas llorando, ¿sigue despertándose así?
–Gracias a Dios, no. Ese tipo de cosas las voy superando cada día más. Afortunadamente estoy más tranquila.

–¿Se identifica con las informaciones que califican su vida como algo «triste»?
–En absoluto, he sido feliz y lo sigo siendo. A nadie que me conozca le puedo dar esa impresión. Pero que hablen, sea para mal o para bien. Lo que no me gustaría es llegar a un sitio y que no me miraran o no supieran quién soy.

–¿Qué siente Belén Ordóñez cuando se mira al espejo?
–¡Que estoy mayor! Tengo 55 años y no soy igual que a los 18, pero por dentro siento que soy la misma.

 

Una curiosa amistad
«Quiero muchísimo a Isabel Pantoja»

Belén Ordóñez lo tiene claro: si hay algo que cambiaría en su vida (aunque asegura que no se arrepiente) es haberse casado joven (a los 18 contrajo matrimonio con el diestro Juan Carlos Beca Belmonte). Y si se le pregunta por algo de lo que se siente orgullosa, lo primero que le viene a la cabeza es su familia. Con esta premisa, a pesar de que en su tiempo Isabel Pantoja se enzarzase en una interminable disputa con su hermana mayor, Carmina Ordóñez, por el reparto de la herencia de Paquirri, Belén declara sentir un gran afecto por la tonadillera (en la imagen, juntas en una procesión de El Rocío en abril de 2002). «La quiero muchísimo, nos conocemos desde que teníamos 16 años y comparto con ella una buena amistad, aunque hace tiempo que no la veo», explica. Al margen de la tensa relación que existió entre Carmina y la intérprete de «Marinero de luces», Belén asegura que se sintió apenada «como todo el mundo», por la noticia de que Kiko Rivera y Jessica Bueno perdiesen el bebé que esperaban. Pero añade: «Son jóvenes, esas cosas pasan, y tendrán oportunidad de tener todos los niños que quieran».